Por Luis Bozzo

Las críticas y estudios sobre el fascismo son numerosos. Existen reconocidos tratados y libros que abordan la materia, sin embargo el director de cine, escritor, poeta y ensayista italiano Pier Pasolini, quiso retratar la esencia del fascismo desde el cine, readaptando la obra clásica del Marqués de Sade; “Los 120 días de Sodoma” (1785) dentro del periodo de la republica de Saló (1944), considerada un Estado títere de la Alemania nazi en Italia. Pasolini declaró que esta película es metafórica, y en ese contexto hay que desentrañar los símbolos. El fascismo ha sido definido como “una puesta en escena”. Esta fue la última película de Pasolini, ya que fue asesinado en las semanas posteriores en circunstancias aún no esclarecidas.

Es pertinente reseñar este rodaje, en días donde la palabra “fascismo” se menciona bastante. A modo de crítica social, el Marqués de Sade retrató a cuatro personajes adinerados y depravados que se aprovechaban de la injusticia para enriquecerse y satisfacer todos sus oscuros deseos; Un eclesiástico, un aristócrata, un banquero y un juez (símbolo de los poderes en la Francia de Luis XIV). En la película de Pasolini, los representantes de la república de Saló, son un Presidente, un Duque, un Obispo y un Magistrado. Estos tipos cuentan con colaboradores uniformados con traje fascista y proceden a secuestrar mediante diversas vías, a 18 adolescentes seleccionados (9 hombres y 9 mujeres), para ser llevados a un palacio custodiado por camisas negras, donde también hay servidumbre, y cuatro ex prostitutas veteranas de alto nivel.

Curioso es el detalle de la selección física que los gobernantes hacen de los jóvenes; se fijan en la belleza de los rostros y cuerpos. Una chica es rechazada con furia por los depravados solo porque le faltaba una pieza dental. Esta metáfora es una alusión a la religiosa utopía física y sexual de la estética fascista; la cual se encuentra en una constante exaltación de la simetría física e higiénica según ciertos cánones nazis. Asimismo, otra chica que llora y se arrodilla en frente de los gobernantes por haber perdido a su madre durante el intento de defenderla del secuestro, provoca una fuerte excitación en estos hombres. Los ruegos y súplicas solo aumentan el deseo maltratador. Esto es la demostración del poder de sometimiento de la naturaleza fascista y un punto importante, pues la película tiene estrecha relación con el fenómeno del poder, interpretado mediante el dominio y vejación sexual.

“Los fascistas somos los verdaderos anarquistas”, dicen estos gobernantes en sus conversaciones, expresando que en ellos existe una voluntad opresora sin límites, un ansia libertina de satisfacer deseos individuales sin ningún tipo de moral o restricción. Para Pasolini, esa era la moral de los fascistas en el poder, su anárquico deseo bestial. El fascismo era una oda al sentimentalismo irreflexivo, a la acción por la acción y la obediencia incondicional (esencia que quiere reflejar Pasolini); la obediencia ciega del que se somete sin cuestionar. El nazifascismo suele inspirar en la actualidad, toda una tendencia en las prácticas del bondage. El sadomasoquismo, el “arte” de someter y ser sometido en un espectáculo sexual, se relaciona con el tirano sometiendo a su voluntad a las masas (Una estética de este tipo detectó Pasolini). El fascismo en apariencia representa esa tendencia de exaltación de la belleza utópica y la crueldad que encantó (y encanta muchos aunque en formas de parodia o mera retórica psicológica). Gran parte de estas conclusiones son las que Pasolini quiere plasmar en su película.

Cuando los jóvenes llegan al castillo, inmediatamente se les dice que ellos ya están muertos para el resto del mundo, que no importa cuánto griten, pues nadie vendrá en su ayuda. No tendrán ningún derecho, son como muertos, y solo deberán satisfacer sin limitaciones los deseos del Presidente, del Duque, del Obispo y el Magistrado, quienes ya habían procedido a casar a sus propias hijas en un ritual de orgía y masoquismo con soldados. Se les prohíbe también nombrar a Dios o hacer la más mínima insinuación so pena de recibir un duro castigo físico o ser asesinados. Esto claramente es réplica de la sensación que experimentaron quienes fueron sometidos por la tiranía fascista, a las despensas de un orden arbitrario, donde la vida humana pierde todo valor. Recordemos basó su obra, en las propias experiencias que tuvo que observar durante la segunda guerra mundial.

Pasolini se inspiró en la divina comedia de Dante para separar la película en partes: El Ante-infierno, el Círculo de las manías, el Círculo de la mierda, y el Círculo de sangre. Las prostitutas vip, tienen la misión que contar historias de abusos (ellas mismas siendo abusadas cuando niñas), iniciaciones en el libertinaje y anécdotas con clientes depravados. Un dato interesante, se percibe al detectar que algunos apellidos de abusadores o clientes degenerados de los relatos, tienen apellidos de autores reconocidos en el mundo fascista, como Évola o Gentile. Los jóvenes, -hombres y mujeres indistintamente- son vejados de las formas más brutales y humillantes, incluso forzados a participar en un banquete de excremento (haciendo alusión a la comida que se consumía durante la ocupación nazi). Esto teniendo en cuenta que el Presidente era un adicto a la coprofilia. También se celebran bodas heterosexuales y homosexuales. Uno de los soldados del castillo comienza un romance secreto con una empleada negra. Al ser descubierto es fusilado, pero antes levanta el puño cerrado al estilo comunista (¿Metáfora de los rebeldes asesinados y la desobediencia?).

Finalmente, todos quienes no quisieron colaborar de buenas ganas con los gobernantes son masacrados de las formas más brutales en el círculo de sangre, mientras los gobernantes bailan felices observando y participando del ritual, y solo los que se sometieron sin voluntad, serán llevados a Saló, bajo la condición de que continúen siendo serviles. Mientras ésto ocurre, unos soldados solo suben la música de la radio para no escuchar los gritos, y poder hablar sobre la vida cotidiana (crítica a la indiferencia de sectores del pueblo italiano y del mundo ante la tiranía, exaltación de la condena; “no importa cuánto griten”).

Un rodaje polémico que ha sido prohibido en múltiples países y ocasiones, pero que tras la mera interpretación guarda una poderosa crítica artística destinada a detectar las esencias de los fenómenos del poder.