Por Ian Morales

Víctor Lorenzo Joaquín Edwards Bello nació en Valparaíso en 1887. Descendiente de dos familias prominentes, hijo de Joaquín Edwards Garriga (miembro de la familia Edwards, conocida por su vínculo al mundo financiero) y Ana Luisa Bello (nieta del intelectual venezolano Andrés Bello). Su vida estuvo marcada por la rebeldía. Se dedicó a la literatura y al periodismo, cuando se esperaba que se desempeñase como diplomático. Precisamente, el talento en estos rubros fue lo que lo condujo a su privilegiado puesto en nuestra historia, llegando a ser premiado con el Premio Nacional de Literatura (1943), el sillón N°11 de la Academia Chilena de la Lengua (1954) y el Premio Nacional de Periodismo (1955). Aquejado por una hemiplejia, Edwards Bello puso fin a su vida en 1968.

El presente escrito pretende realizar un breve esbozo del pensamiento de Joaquín Edwards Bello mediante algunos de sus ensayos y crónicas. Aspectos como la defensa de nuestra identidad cultural, crítica a las élites, el abandono de las clases populares, el nacionalismo económico y la unión de Nuestra América son las aristas a destacar de este intelectual.

La capacidad crítica de Edwards Bello ha sido elogiada en reiteradas oportunidades. Como bien expresó el sociólogo Hernán Godoy Urzúa en un artículo llamado “La crítica como patriotismo”: “En sus memorables artículos periodísticos no hizo otra cosa sino pelar al homo chilensis, riéndose o enfureciéndose ante sus taras” (1982, pág. 42). Y es que si bien, Edwards Bello fue un incansable crítico de las falencias de Chile y de América Latina, sus escritos dejan ver también un profundo amor por lo autóctono. Ejemplo de esto aparece en un temprano ensayo titulado “Hablando en americano”, donde el autor enfrenta las influencias extranjerizantes de los intelectuales y líderes continentales, en desmedro de la cultura local:

El libro autóctono debe estar adornado de una manera ingenua, llamativa y sencilla, que hable directamente del alma del vulgo y haga suspirar con ternura a los espiritus cultos; debe ir vestido con toaleta nacional; con sonoras percalas y macizas pulseras de india cálida semi-española; con toda su cabellera cabrilleante al natural, sin chichis ni sombreros de París. Quien haya pasado por la médula del pueblo americano en sus esparcimientos campestres, en sus ceremonias populares, sus arranques nerviosos y sus romanticismos, comprenderá esto. El pueblo americano, adorador del caballo, amante de los circos, de las ferias, de los colores chillones, de la hazaña, de los bailes fogosos, las frases enfáticas y las venus gordas!... (1918, pág. 16).

Hijo de su tiempo, Edwards Bello fue un lúcido fustigador de la “Cuestión Social”. La explicación “sociológica” que subyace en sus escritos consiste en un análisis en la incapacidad e insensibilidad de las aristocracias latinoamericanas respecto a las dolencias de las masas trabajadoras:

En toda la América indo-mediterránea existió una gran distancia, casi podría decirse, un abismo, entre la aristocracia —los propietarios rurales descendientes de los mandarines de la Colonia— y el pueblo. Esa aristocracia constituía una oligarquía poderosa que ejercitaba el poder sin fiscalización; aliada al clero, dueña de la agricultura, podía mantener a las grandes masas populares en el más completo vasallaje y oscurantismo. (1918, pág. 17).

Otro aspecto fundamental de las críticas de Edwards Bello es el incipiente nacionalismo económico que profesa, algo bastante común en los comentaristas políticos de esa época [1]. Ejemplo de esto se encuentra en su obra “Nacionalismo Continental”, donde nuestro autor denuncia la colusión entre las clases dirigentes y el capital extranjero (principalmente británico y estadounidense). Alianza criminal que hasta el día de hoy configura el yugo de nuestro continente:

Veamos el problema desde el punto de vista chileno: el gestor gubernamental, o intermediario entre la riqueza del suelo y el capitalismo, acelera la perdida de nuestra libertad económica. Los norteamericanos compraron por un puñado de pesos, o papeles, el mineral de cobre de Rancagua, uno de los más ricos del mundo. En el acto contrataron siete abogados para la defensa de sus intereses. Estos abogados están indicados para impedir que el Gobierno ponga trabas a la exportación de cobre. De esta manera, los norteamericanos hacen ganancia de doscientos o más millones al año. Si Chile hubiera grabado la exportación del cobre en el momento de la guerra, mediante mísero impuesto, no tendría actualmente deuda externa. El enriquecimiento personal de unos abogados ha impedido la salvación financiera. (1968, pág. 49)

Por último, pero no menos importante, un aspecto interesante del pensamiento de Edwards Bello es su visión en torno a la unidad latinoamericana. Gabriela Mistral notaría esto en el prólogo de “Nacionalismo Continental”: El continentalismo ha tenido en Edwards Bello, uno de sus mejores propagandistas, y la conciencia chilena, en este sentido de la formación de nuestra sudamericanidad, le debe mucho. Más de lo que él se cree es deudor a su periodismo grande, nuestro país. (pág. 15)

El tema de la “unidad latinoamericana” se encuentra en innumerables escritos de este autor. No solo en “Nacionalismo Continental” sino que en diversos artículos con títulos tan sugerentes como “Los grandes problemas americanos”, “nuestro individualismo” o “América Comestible”. Es en este último artículo donde aparece la siguiente idea:

Los Estados Desunidos de América nada pueden de otra manera contra los Estados Unidos. El ideal de Bolívar es y deberá ser siempre nuestro ideal. Chile en una América Ibérica unida, sería siempre una de las regiones más ricas del mundo. El buen sentido nos manda unirnos comercialmente... No se diga que Ibero-América no puede unirse porque existen grandes diferencias entre unos y otros países. Más diferencias existieron en su tiempo entre los Estados del Sur y los del Norte, en Norteamérica... Nosotros nada haremos mientras estemos desunidos y las grandes naciones se repartirán nuestras riquezas como les dé la gana. Así sucede actualmente. Nada saca Chile con ser país industrial, si no tiene dónde ni a quién vender. (como se cita en Alvarado Meléndez, 2018, pág. 66).

Tanto la obra literaria como la labor periodística y ensayística de Joaquín Edwards Bello contienen poderosos análisis del Chile y el Mundo en que le tocó vivir, pero podemos también observar cierta actualidad en sus planteamientos. Los males denunciados por Edwards Bello subsisten actualmente bajo distintas formas, ya sea el imperialismo (neocolonial), la falta de soberanía económica, la desigualdad socioeconómica o una clase dirigente corrupta e ineficaz. Las sabias palabras de este intelectual chileno contienen una potente capacidad analítica de los problemas sempiternos de Nuestra América expresadas en un carismático lenguaje de antaño.

Notas

[1] Hay que recordar que Edwards Bello es contemporáneo a los autores de la “Generación del Centenario”.

Bibliografía:

Alvarado Meléndez, M. (2018). Entre el malestar republicano y el nacionalismo continental: Las ideas sociopolíticas de Joaquín Edwards Bello (1918-1925). Mapocho(84), 26-81. Obtenido de http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0073569.pdf

Edwards Bello, J. (1918). La cuna de esmeraldo: Observaciones y orientaciones americanas, preludio de una novela chilena. París: Librairie P. Rosier. Obtenido de https://archive.org/details/lacunadeesmerald00edwa

Edwards Bello, J. (1968). Nacionalismo Continental. Santiago de Chile: Zig-Zag.

Godoy Urzúa, H. (1982). Apuntes sobre la Cultura en Chile. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso.