Por Carlos Salazar

Reseña Filmográfica: "La lucha del Campo" (In Dubious Battle), 2016

Esta película del 2016, dirigida y protagonizada por James Franco, nos narra la historia de la clase obrera norteamericana durante la Gran Depresión, golpeada por una oligarquía cada vez más cruel, mostrándonos la sucesión de luchas que conducirían posteriormente a la creación de los derechos de los trabajadores, incluido un salario mínimo.

Jim (interpretado por Nat Wolff) y Mac (interpretado por James Franco), son dos hombres que deciden formar un sindicato de trabajadores agrícolas después de que Bolton (Robert Duvall), redujera sus salarios de $ 3 por hora a $ 1 por hora en el punto álgido de la depresión. Jim es el hombre más joven e ingenuo que aprende las formas de inspirar a su gente de Mac, el activista más experimentado.

El mantra de Mac es "usar todo" al servicio de la causa, como ganarse la confianza de los trabajadores, por ejemplo, ayudando a dar a luz al bebé de una joven mujer (Selena Gómez) a pesar de que no tiene formación médica. También se las ingenia para “montar” el accidente de un trabajador, cuya pierna se rompe al caer de una escalera. Cuando Joy (Ed Harris), un camarada, recibe un disparo después de dar un discurso incendiario contra Bolton y sus guardias armados, Mac usa su muerte y la llegada de esquiroles (rompehuelgas), para convencer a los trabajadores de unirse en una huelga contra sus opresores; Luego convence a un agricultor local (Sam Shepard) para que deje que los trabajadores residan en su tierra a cambio de que recojan su cosecha de forma gratuita.

La película en sí es una adaptación del libro “In Dubious Battle”, del escritor John Steinbeck, el mismo autor de la afamada obra “Las Uvas de la Ira”, mordaz denuncia a la explotación laboral en aquellos años 30, que se asemejaba terriblemente a la esclavitud (otro fenómeno también muy presente en la historia de los Estados Unidos).

Para nuestra América Latina, la temática de la explotación laboral en los campos es un tema bastante conocido y que resuena en la mente de muchos a causa de la historia. En particular, Chile, se caracteriza por una sociedad marcada profundamente por la realidad agraria, en especial lo que ha sido el fenómeno económico, político y social del latifundio con sus consecuencias que hasta el día de hoy podemos observar. La oligarquía chilena, de origen terrateniente, acumuló poder por más de 3 siglos mediante la acumulación desenfrenada de tierras, y para mediados de los años 60 del siglo pasado, estas familias seguían siendo en la práctica verdaderos señores feudales sometiendo a su “autoridad” a la clase campesina.

Si bien las distintas reformas agrarias implementadas en nuestro país lograron terminar en parte con la antigua estructura “institucional” de los latifundios, muchas de las dinámicas sociales de aquellos tiempos perduran hasta el día de hoy. Los nuevos “patrones de fundo” urbanos siguen replicando viejas costumbres de abuso y explotación en sus empresas. Amparados por la fuerza coercitiva del Estado neoliberal, los llamados “dueños de Chile”, siguen intentando someter al “roterío”, por medio de normativas injustas y asimétricas, por medio de las AFP’s, por medio de la esclavitud del crédito y el endeudamiento, etc. Hoy tanto como ayer existen miles de formas de mantener a las clases populares bajo el control de la oligarquía.

Dicha clase oligarca opera en base al miedo constante, pues ante la perspectiva de perderlo todo y sabiéndose una minoría frente a la gran masa del Pueblo Chileno, son quienes más se arman y quienes más favorecen la violencia para conservar sus privilegios junto a los productos de su expolio histórico.

Esto también se refleja en la película, en un contexto distinto al nuestro, pero que resuena en cuanto a que nos muestra una dolencia universal de las clases explotadas en el mundo. A medida que nos acercamos al fin de la cinta, se avecina un verdadero apocalipsis de violencia de clases.

“La Lucha del Campo” se trata sobre el costo de luchar por la igualdad. Es fácil darse la vuelta y aceptar lo que la oligarquía ofrece a modo de limosna. Es mucho más difícil luchar por lo que se debe.