En esta fecha que conmemora el Día del Niño, es pertinente hacer unas reflexiones sobre la niñez en nuestro país. Cierto es que los niños nacidos en medio de la miseria social, son uno de los grupos etarios más golpeados por la injusticia, la marginalización y la pobreza. Los llamados niños rotosos, piñiñentos, patipelados, y ordinarios, existen desde los albores de nuestra historia popular hasta la actualidad. Solo han sido ocultados bajo la alfombra del Sename, al igual como se esconde el polvo del suelo.

Sin embargo, el maltrato, el desprecio y el abuso continua profundizándose agudizado por la selvática estructura neoliberal. Algunos niños escapan para deambular en las calles, solo para caer de manera inevitable en otros pozos de drogadicción, abusos y delincuencia.

Dice el dicho; "mientras los niños sonrían la patria vive", pero muchos de nuestros niños se han distanciado simbólicamente de las sonrisas, golpeados por la tiranía de la injustica reinante bajo el cetro oligárquico. Nuestro país posee tantas riquezas como para asegurar la vida plena de todo compatriota, de todo hijo del pueblo. Hoy esas riquezas yacen en manos de unos pocos.

El cariño profundo para con los niños de nuestro pueblo, y un desprecio mortal contra la canallada oligárquica, los embusteros y quienes desean conservar el reino de la miseria, han de ser un motor de lucha constante. Los que parecían muertos en vida volverán a sonreír. Consolidemos la misión histórica.