Otra definición que nos han solicitado bastante debido a las innumerables imprecisiones y vaguedades que abundan hoy en día. Posmodernismo no refiere a una “época”, tampoco es sinónimo de “marxismo” o neomarxismo. Por el contrario, el llamado posmodernismo surge precisamente como una contestación contra el marxismo y contra toda “concepción lineal” que conciba estados futuros totales de plenitud (optimismo histórico). De hecho, entre los grandes maestros del posmodernismo se suele considerar a Nietzsche y Heidegger (comúnmente relacionados al fascismo). Será de Heidegger, del que tomen el famoso concepto de “deconstrucción”, no de Marx. Si bien hoy, los posmodernos tienen mucha influencia en las academias y la cultura, están lejos de ser una vanguardia intelectual o una conspirativa revolucionaria, cómo creen algunos sectores reaccionarios, y ni siquiera pretenden serlo. Es más, las críticas al posmodernismo son demoledoras y provienen desde variadas trincheras, dentro de las cuales se consideran precisamente sectores revolucionarios propiamente tal.
Cuando hablamos de posmodernismo, -con todos sus planteamientos filosóficos y prolongaciones artísticas-, nos referimos a la filosofía posmoderna, la cual no tiene un punto exacto de partida ni una doctrina central, sino que es la conjugación de un movimiento intelectual-académico contra la modernidad, elaborado principalmente en la Francia de los años 60, que surge principalmente como una crítica a las grandes características de “la modernidad” (concebida como constructo lineal eurocéntrico), rechazando por ende, los valores de la razón, el optimismo lineal de la historia, los dogmatismos del “método científico”, el binarismo de género, las totalidades, el “patriarcalismo”, las verdades absolutas, los “grandes relatos”, etc. Los posmodernos detestan la modernidad, desde la desilusión, desde el hastío individual y el subjetivismo relativo, por ello buscan su deconstrucción (critican la modernidad utilizando valores modernos como la libertad individual, a diferencia de los tradicionalistas, que critican la modernidad desde el rechazo radical, como un mal absoluto, desde un fundamentalismo total incluso). Los posmodernos sostienen las multiplicidades como hecho innegable, y niegan las influencias occidentales universales, por ser precisamente un mero constructo totalizante.
Los posmodernos recogen interpretaciones variadas de filósofos alemanes, tanto del idealismo como del materialismo; desde Marx, hasta Heidegger y Nietzsche, estudiando también a Freud y el psicoanálisis. De hecho, Derrida (discípulo de Heidegger) toma el concepto de su maestro: “Deconstrucción”. Lyotard con su crítica a los grandes relatos (por ejemplo; la promesa del cielo, o la promesa de la sociedad sin clases) cuestiona también los postulados del marxismo clásico. De allí que existan posiciones posmodernas que consideren al marxismo como “eurocéntrico”. Otros posmodernos tomarán desde el marxismo perspectivas residuales, como la lucha contra la opresión, pero no necesariamente capitalista. Harán ahínco en el oprimido individual, aplastado por el sistema “heteropatriarcal eurocentrista-racista” y sus aparatos ideológicos, transformando la figura del oprimido singular en sujeto, apuntando a luchas sectoriales, contra la opresión sexual o contra el racismo, entre otras, porque recordemos que los posmodernos sostienen las multiplicidades ilimitadas, por lo mismo, cada individuo tiene derecho a reivindicar y Ser, en base a sus necesidades de liberación.
Por lo anteriormente mencionado, abandonan el materialismo dialéctico, la lucha de clases, la ciencia tradicional (hasta los colectivos étnicos o de clase se consideran totalizantes), tomando también interpretaciones subjetivas de Nietzsche; la voluntad de poder en sentido posmoderno (crear mis propios valores de acuerdo a mi perspectiva, negando moralidades totales), y de Freud, conceptos como el deseo, y la potencia del deseo, sus relaciones con el poder y la opresión, etc.
La crítica principal que se realiza contra los posmodernos y sus ideas, es que resultan ser un mero relativismo subjetivo, negando las búsquedas de las verdades y las certezas, más aún cuando la filosofía nace junto con la ciencia y la matemática, como una búsqueda de la verdad y solución exacta a problemas reales , tomando así, consistencia del pensar y reflexionar. Otra crítica relevante, es la expresión contingente de las totalidades no extintas, puesto que están más vigentes que nunca. El propio capitalismo es una totalidad brutal que se expande por todos los rincones de la tierra, subyugando cualquier subjetivismo o multiplicidad que se le oponga, por lo que obviamente, el perspectivismo individualista no podría luchar contra un imperialismo como ese. Además, existen fenómenos totales que tienen connotación extensiva, como las guerras, las revoluciones, atentados e incluso credos como el fundamentalismo islámico o el cristianismo protestante. Recordemos la frase de Bush hijo contra Medio Oriente: “Dios no es neutral, Dios está con nosotros”, presenciamos en plena época “moderna” un auge de totalidades religiosas en conflicto; es decir, los posmodernos no han podido refutar la realidad absoluta de las totalidades y las verdades certeras. El posmodernismo, así como le ha pasado a tantas otras escuelas filosóficas, se ha quedado atrás ante el avance inexorable de la realidad.