En los párrafos primeros de la Carta sobre el humanismo, Martin Heidegger trata una pregunta sobre la relación entre pensamiento y praxis. Marx, en Las Tesis sobre Feuerbach, declara la famosa frase que indica que, la finalidad de la filosofía no es interpretar el mundo sino transformarlo. Heidegger realiza una rara acotación complementaria: “El pensamiento actúa cuando piensa”. Lo que para muchos podría sonar como una mera trampa retórica, tiene un significado más sofisticado, porque el actuar del pensamiento es quizás lo más complejo y determinante. Pensar verdaderamente es la única actividad que tiene la fuerza para transfigurar nuestra comprensión del mundo, lo que es un problema-magno. Esa búsqueda sobre la solución del problema, esa crítica sobre la realidad, nos presiona, nos impulsa a actuar. De ahí que el marxismo llame también a remover las conciencias proletarias en pos de la lucha por la transformación.
El materialismo es una doctrina filosófica clásica, de la cual conocemos varias vertientes, extensiones y representaciones: materialismo espontáneo jónico, corrientes subterráneas materialistas que pervivieron en la edad media, materialismo racional francés, mecanicismo, materialismo dialéctico, e incluso cuestiones más rebuscadas, como el materialismo aleatorio althusseriano, materialismo filosófico “gustavobuenista”, materialismo de la Antigua India (Chárvaka) o el total materialismo eliminativo (eliminativismo), pero no por estudiarlas con ahínco, podemos dejar de abordar, -criticando, desentrañando a fondo, o reinterpretando correctamente-, otras corrientes filosóficas como el existencialismo, tan vilipendiado y desprestigiado en Chile, por razones que se expondrán más adelante.
Claramente ni el existencialismo ni Heidegger descubrieron la pregunta por el Ser, pero si expuso éste último, una pauta innovadora y contingente con el Dasein. La Cuarta Teoría Política de Dugin, considera que la pregunta por el Ser-ahí (Dasein) expuesta por Heidegger, tiene más sentido que nunca. Sería fácil analizar el existencialismo, desde el existencialismo mismo, por lo que en este texto deshollejaremos a grandes rasgos, lo necesario para determinar si el existencialismo merece ser revisado de acuerdo a la realidad de nuestra época, y también, si corresponde desde el materialismo criticar, desechar, o si puede llegar a conformar parte del arsenal de la escuela de pensamiento popular-soberano y del accionar de los pueblos.
El historiador Gabriel Salazar afirma que el pueblo de Chile carece todavía de ciencias amigas que lo estudien como personas de carne y hueso, planteando soluciones reales a los problemas palpables, cotidianos. Es una necesidad construir el pensamiento para el pueblo de Chile (y de toda América Latina), usando las mejores metodologías que puedan existir, porque no nos cansaremos de repetir que; no hay que adaptar la realidad chilena a una metodología determinada, por el contrario, hay que usar los mejores métodos para comprender y transformar la realidad chilena.
El existencialismo suele ser desechado en Chile por tres razones:
1-Relación con el nazismo: Sabemos que Martin Heidegger tuvo una relación partidista con el nazismo alemán (de la cual se retiró a los pocos meses de haberse inscrito en el Partido), sin embargo, si bien este filósofo nunca renegó de su pasado, su filosofía aborda cuestiones totalmente ajenas al pensamiento original del nacionalsocialismo alemán. No obstante, no hay un consenso sobre esta polémica, puesto que existen personajes más o menos objetivos, que han dedicado su vida a buscar posibles guiños, lazos, simpatías de Heidegger con el nazismo, como Víctor Farías o Emmanuel Faye, por ende, no es raro que toda relación a nazismo pueda resultar un arma útil de difamación.
2-No hubo censura de Heidegger sobre la dictadura: Ya conocemos que durante la dictadura, se prohibieron enriquecedores textos que pudiesen ser marxistas o relacionados al marxismo, junto a otros catalogados como peligrosos para la dictadura de Pinochet. Entre esas prohibiciones no estuvo la obra de Heidegger, y para peor, tuvo como adeptos a muchos teólogos, tomistas, aristotélicos, académicos de salón, reaccionarios nostálgicos del fascismo, que interpretaban el existencialismo como un revoltijo mental metafísico, llevado a cuestiones del espíritu, de Dios, sin ninguna importancia tangible, ni dedicación en las transformaciones del mundo concreto. Pero recordemos el aforismo: “A veces la culpa no la tiene el maestro, sino sus acólitos”.
3-Inacción política: Prosiguiendo el segundo punto, las lecturas de Heidegger en varias academias chilenas, han sido pobres, delimitadas, incrustadas precisamente en el mundo de la inacción política total, para discutir y meditar entre cuatro paredes los misterios del Ser (dicho con cierto tono de ironía), del ente y de la existencia del hombre, entre otras cuestiones. Es una filosofía que incluso más allá de la realidad chilena, es considerada burguesa y reaccionaria, ya que entre los idealistas alemanes, existía un pesimismo innato, incluso un nihilismo, lo que se consideró un elemento desmoralizante para la clase trabajadora, un timo que era mejor desechar.
Mencionemos también que este filósofo alemán, ha sido sumamente abordado por la escuela posmoderna, pues los posmodernos critican la modernidad, a la que consideran un constructo, buscando superarla desde la desilusión, no se sienten satisfechos con la modernidad, no era lo que esperaban, por ende actúan y reflexionan en base a la deconstrucción (Concepto usado por Derrida pero tomado de Heidegger), luchando contra los principios de la ilustración, la razón, el “eurocentrismo”, o el capitalismo y sus consecuencias existenciales.
Heidegger menciona el “Ser para la muerte”, un concepto que ha sido reinterpretado innumerables veces como una apología al tradicional nihilismo idealista alemán. Pero aquel concepto tiene una lectura diferente que ahora traemos a colación, para generar discusión y reflexión.
Cuando planteamos la pregunta por el Ser, hacemos enfoque en la filosofía de Martin Heidegger, ya que el existencialismo como propio del idealismo alemán, no tiene una concordancia pura entre todos sus autores; pero fue Martin Heidegger, quien en pleno siglo XX vuelve a plantear la necesidad de revivir la tradicional pregunta por el Ser, que sería “el concepto más universal”, pero también paradójicamente el más vacío, al no tener definición concreta y exacta.
Sin duda este problema no es nuevo, ya que personalidades del mundo de la izquierda latinoamericana, lo han expuesto en congresos de filosofía y en trabajos de autores como el argentino Juan Pablo Feinmann (ex miembro de la juventud peronista) o el brasileño Vladimir Safatle. Marx abordó el Ser-genérico como intrínseco al hombre. En sus cuadernos de Paris escribió: "Por eso es precisamente en la elaboración del mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente como un ser genérico. Esta producción es su vida genérica activa. Mediante ella aparece la naturaleza como su obra y su realidad. El objeto del trabajo es por eso la objetivación de la vida genérica del hombre, pues éste se desdobla no sólo intelectualmente, como en la conciencia, sino activa y realmente, y se contempla a sí mismo en un mundo creado por él. Por esto el trabajo enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su producción le arranca su vida genérica, su real objetividad genérica, y transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico: de la naturaleza. Del mismo modo, el degradar la actividad propia, la actividad libre a la condición de medio, hace el trabajo enajenado de la vida genérica del hombre un medio para su existencia física. Mediante la enajenación, la conciencia del hombre que el hombre tiene de su género se transforma, pues, de tal manera que la vida genérica se convierte para él en simple medio."
Heidegger utilizará por otra parte, la expresión Ser-ahí (Ser el ahí), para indicar que el Ser está arrojado en el mundo, porque entiende que más allá del hombre en sí, existe un mundo en el que se encuentra eyectado. Para Dugin el Dasein es el pueblo, y para Feinmann es el hombre mismo, pero el significado es similar. Contradice subjetivismos como el cogito ergo sum. Si en el mundo ocurren desastres naturales, como un terremoto o el estallido de un volcán, es el hombre el que le otorga un significado trágico, es decir, el hombre le otorga sentido y significado a la existencia. Sin la existencia del hombre, el desastre natural simplemente ocurriría sin significado alguno.
Este Ser-ahí tiene múltiples posibilidades al estar arrojado en el mundo, pero en todas las posibilidades, siempre estará la posibilidad de la muerte, de ahí “Ser para la muerte”. La humanidad intenta huir de esa verdad y busca distracciones, se angustia ante la realidad de la nada, intenta no pensar en la muerte consumiendo somníferos, creyendo en cuentos imaginarios (de aquí se extrae una interpretación atea del pensamiento de Heidegger, al negar el transmundanismo). Es necesario mencionar que Heidegger siempre planteó que la religión no tiene relación con la filosofía, porque la religión tiene sus respuestas en la revelación, en cambio la filosofía es problemática, debe buscar las respuestas. Prosiguiendo esa línea, no se trata de exaltar un nihilismo sinsentido, sino por el contrario, la existencia auténtica hallaría fundamento cuando se asume esta finitud del Ser-ahí, se asume la muerte como la verdad, erradicando los eufemismos, siendo en ese instante cuando el Ser-ahí vive auténticamente, el hombre toma consistencia y cuestiona el mundo.
Pero será dentro de la modernidad capitalista, donde Heidegger realizará sus críticas. El filósofo alemán cuestiona el Das-man, el “Se-dice”, lo que se interpreta como, el hombre que olvida al Ser y se somete al dominio de los entes, de las cosas. Se extingue la pregunta por el Ser. El capitalismo se caracteriza por pervivir de la mano de la Publicidad y su avidez de novedades; el núcleo del Se-dice para Heidegger, que literalmente significa vivir de acuerdo a los parámetros de lo que se dice; una existencia inauténtica que es similar a como vivir muerto.
¿Qué relación tiene esto con los pueblos de Latinoamérica?
Tiene una relación directa, debido a que la pregunta sobre “qué somos” ha estado latente hasta la actualidad. Feinmann gusta de usar la metáfora; “Europa se encuentra arrojada sobre América”, resultando así las múltiples posibilidades, las probabilidades atómicas, que perfectamente toman expresión en la transculturización, el mestizaje, el bastardismo, y la batalla de los pueblos, la plebe, contra viejas oligarquías centinelas de los grandes imperialismos atlantistas-capitales. Los pueblos buscan la razón de Ser, la existencia auténtica más allá de la opresión y sistemas políticos ilegítimos, corruptos que nadie eligió, esta conciencia de Ser en sí y para sí, conlleva a la movilización por la transformación de las condiciones materiales (verdadera misión de los pueblos libres).
Vivimos en un contexto de globalización expansiva, el imperialismo del Se-dice, la imposición de un peso sobre la vida, el reino de los mass media, cuya bestia fue ingresada en el país por los personeros de la oligarquía histórica. Los liberales han traído un desierto prolongado, reproductor de la falsa existencia, porque vivir conforme al consumo capitalista y sus reglas, es como ser un muerto viviente. Es la imposición de la falsa vida, una vida funesta, el verdadero nihilismo que tantas enfermedades mentales, depresión y suicidio provocan. La pregunta por el Ser, ¿Qué somos? ¿Qué hacemos? Fagocita la rebelión por medio del pensamiento viviente destinado a transfigurar la materia, por tanto, las corrientes materialistas si deben tomar muy en serio estos dilemas y propuestas. Como Gramsci señaló, es necesario forjar una cultura popular para luchar contra el aparataje súper-estructural burgués.
La movilización auténtica de los pueblos, se representa en el desierto florido, que lucha erradicando el unísono color de una imposición ausente de vida. La pregunta por el Ser no solo está híper-vigente, sino que representa un arma contra los enemigos y esclavistas de los pueblos.