Por Fernando Vidal

Los Profesores y profesoras de Chile siempre se han encontrado en un punto de inflexión entre la influencia del sistema mediante los ordenamientos curriculares y los intereses sociales implícitos en la labor docente. Al mismo tiempo, las condiciones laborales y la incapacidad de organización ha permitido que diferentes fuerzas económicas, bajo el amparo del neoliberalismo se apropien de este aspecto fundamental en el desarrollo de Chile, funcionando bajo una lógica de mercado, considerando la educación como un “servicio”, en donde los/las estudiantes son clientes y las instituciones empresas. Esto resulta nefasto en todos los aspectos ya que por un lado provoca una enorme segregación social y también confusión respecto de los conceptos que tan en boga se pusieron los últimos 10 años, como por ejemplo la idea de “calidad de la educación”, en un país en donde el estado cada vez se desliga más de sus responsabilidades y en donde la ciencia, la cultura y las artes tienen cada vez menos recursos.

Es notable el uso demagógico de quienes defienden la no injerencia del Estado en educación aludiendo a la idea de “libertad de enseñanza” para así permitir que instituciones religiosas o grupos empresariales se dediquen a lucrar con las esperanzas de las personas, en función de planes que nada tienen que ver con el desarrollo integral de la sociedad en todos sus aspectos sino que obedecen a intereses mezquinos y sectorizados. Muchas veces esto pasa inadvertido incluso para los mismos profesores quienes ven en los lineamientos curriculares conceptos como el de “inclusión” o “género” o “multiculturalidad” pero no logran darse cuenta de que el sistema neoliberal utiliza estas ideas de manera de perpetuar el sistema tal lo cual conocemos sin apuntar al fondo del desarrollo humano, que sería una educación que apunte al Dasein del Pueblo y no solo a aspectos funcionales y de producción de mano de obra.

Tomando en consideración el concepto de Metapolítica, la cual se puede definir como una manera mucho más completa de hacer política, ya que considera aspectos que van “mucho más allá” de la misma y no solo tiene que ver con la visión clásica de gobernar sino con el surgimiento de iniciativas políticas desde el mismo pueblo que es capaz de reconocerse a sí mismo como el factor principal de la historia y por ende con la capacidad de decidir cómo quiere construir la sociedad. Esto no puede quedar al margen de la Educación, en donde vemos que los expertos en el tema no tienen cabida en la toma de decisiones y mucho menos los verdaderos actores de la misma que son los estudiantes, los trabajadores de la educación y las familias.

En el Papel se le da una gran importancia a la “comunidad educativa” y sin embargo la toma de decisiones desde el ministerio y también dentro de las mismas instituciones sigue siendo verticalista, arbitraria y dictatorial. La contradicción entre la formación del pensamiento crítico en los estudiantes y la explotación y minimización de la labor docente es evidente, lo vemos a diario en el nivel de presión que viven los trabajadores de la educación, estudiantes y familias debido a la importancia que se le dan a las mediciones de las pruebas estandarizadas con su visión limitada de la “calidad” y las expectativas que el negocio de la educación despierta en el pueblo en el contexto de una sociedad que funciona bajo las reglas del consumo y la colusión entre los poderosos.

Descentralizar la educación no implica que el Estado se desligue de su responsabilidad en esta materia, sino que se garantice la capacidad de gestión de la misma comunidad para generar sus planes educativos ajustados a sus intereses sociales, culturales y económicos pero siempre en el contexto de lo que es conveniente para la Patria, para garantizar una educación verdaderamente soberana e integral.

Debemos ser capaces de encontrar nuestro propio camino y no copiar metodologías extranjeras como se ha intentado hacer hasta ahora sin éxito. Ya sabemos que quienes insisten en este camino no conocen la realidad del país, no quieren reconocer la importancia que tiene la educación ya que solo la ven como generadora de mano de obra calificada y explotable para calzar en sus mediciones OCDE.