China y Taiwán

Jul 22, 2025
Por Aleksandr T.

Introducción.

Taiwán no es un melodrama moderno ni una “democracia sitiada” como vociferan los medios occidentales con su cinismo habitual. Es una herida histórica que supura desde hace más de un siglo en el alma de China, abierta por el filo del imperialismo y sostenida por un Occidente que hoy se desangra en su propia decadencia. Este conflicto no empezó con las maniobras militares de 2024 ni con las fanfarronadas de Washington; sus raíces se hunden en la resistencia al Japón invasor, la Revolución de 1949 y la lucha de un pueblo por recuperar lo que le fue robado. Mao Zedong lo dijo sin titubear en Obras Escogidas, Tomo II: “La Revolución China debe unificar al pueblo bajo un solo liderazgo para expulsar a los imperialistas y sus lacayos” (1965). Taiwán no es una excepción a esa promesa histórica; es su prueba final, una deuda que Beijing no olvidará. La farsa yanqui de “China agresora” es un intento burdo de ocultar una verdad que quema: Taiwán es China, y su separación es un eco de la humillación que el gigante asiático está resuelto a borrar.

Raíces del Conflicto: De la Revolución a la División.

La historia no se negocia, aunque Occidente la retuerza para sus fines. Todo comenzó en los años 30, cuando Japón invadió China (1937–1945), masacrando millones y dejando un país en ruinas. El Partido Comunista Chino (PCCh) y el Kuomintang (KMT) unieron fuerzas contra el agresor, pero la victoria de 1945 no trajo unidad, sino traición. El KMT, bajo Chiang Kai-shek, se volvió contra los comunistas, desencadenando la Guerra Civil (1945–1949). Aplastado por la voluntad del pueblo y la estrategia de Mao, el KMT huyó a Taiwán en 1949, llevando consigo no solo sus sueños de poder, sino el respaldo militar y financiero de EEUU. Mao lo tuvo claro: “El imperialismo japonés y sus agentes del KMT son enemigos de la unidad nacional” (Obras Escogidas, Tomo II, 1965).

EE. UU., obsesionado con contener la Revolución, transformó a Taiwán en un peón de la Guerra Fría, armando al KMT y legitimando su gobierno en el exilio como una afrenta permanente a China. Así se forjó la división: no por un mandato popular, sino por la mano sucia de un imperio que teme perder su trono. Taiwán no nació como nación soberana; fue impuesto como un fragmento de una China quebrada por potencias extranjeras, una humillación que la Revolución juró revertir. Pretender que Taiwán “eligió” su destino es tragarse una mentira tejida en Washington.

El Ascenso de China y la Doctrina de Deng: Unidad con Características Chinas.

La muerte de Mao en 1976 no quebró la marcha de China; la reorientó. Deng Xiaoping tomó las riendas y convirtió la visión revolucionaria en una estrategia de hierro y pragmatismo. En Construir un Socialismo con Características Chinas, Deng propuso “Un País, Dos Sistemas”: “Taiwán puede mantener su economía capitalista, pero debe volver al seno de la patria bajo una sola soberanía” (1984). No era una rendición ni un gesto blando; era la certeza de que la unidad no necesita balas si el tiempo y el desarrollo la hacen inevitable. Deng apostó por un socialismo adaptable, moldeado por las realidades chinas, y los frutos son evidentes: hoy, China supera a EE. UU. en paridad de poder adquisitivo (FMI, 2023), lidera el comercio global y desafía un orden unipolar que se deshace como ceniza en el viento.

La doctrina de Deng no solo fortaleció a China; redefinió la reunificación como un objetivo estratégico, no como una conquista impulsiva. Es una lección que el Occidente decadente no comprende: la soberanía no se negocia, pero puede esperar su hora. En 2025, esa hora está a punto de sonar, y Taiwán está atrapado en el torbellino.

Taiwán en 2025: Entre la Soberanía China y el Declive Occidental.

En 2025, la realidad es un martillo que golpea sin piedad. China no solo sobrevive; reina. Los BRICS representan el 31.5% del PIB global frente al 30.7% del G7 (FMI, 2023), y sus ejercicios militares cerca de Taiwán (Al Jazeera, 2024) son un rugido que resuena en el Estrecho. Taiwán, mientras tanto, está encadenado: el 40% de sus exportaciones van a China continental (Global Times, 2024), pero su existencia como “estado” depende de las migajas de EE. UU., que ha inyectado $18 mil millones en armas desde 2020 (Council on Foreign Relations, 2024). Es una dependencia humillante, sostenida por un imperio que ya no puede cargar con sus propias ruinas.

EE. UU., exhausto tras cesar su apoyo a Ucrania y fracturado por dentro, no tiene la fuerza para un choque directo con Beijing. Taiwán lo sabe: su reciente aumento en el gasto en defensa no es valentía, sino desesperación ante un gigante que no se detendrá. Donald Trump, en su segundo mandato, advierte que una invasión china sería “catastrófica” (La Nación, 2025), pero sus palabras suenan vacías; su “América First” no arriesgará una guerra por un peón prescindible. China, en respuesta, ha condenado el nuevo fondo militar yanqui a Taiwán como una provocación (Radio Florida, 2025) y enviado un mensaje claro: “Cualquier guerra que quiera EE. UU., estamos listos para luchar hasta el final” (Lin Jian, JP+, 2025). Xi Jinping reafirma: “La reunificación es parte del rejuvenecimiento nacional; ningún poder extranjero puede detenerla” (La Administración y Gobernación de China, 2014). El tiempo juega a favor de Beijing.

Escenario Más Probable: Reunificación Pacífica con Presión.

El futuro no señala una guerra devastadora, sino una reunificación pacífica bajo una presión que Taiwán no podrá soportar. China no necesita invadir; su superioridad económica y militar, combinada con el aislamiento diplomático de la isla (solo 13 países la reconocen), hará el trabajo. Xi lo dejó claro: “Resolver la cuestión de Taiwán y lograr la reunificación completa es una misión histórica e inquebrantable del Partido Comunista Chino” (La Administración y Gobernación de China, 2014).

La estrategia de Deng sigue vigente: paciencia estratégica, no agresión gratuita. Beijing puede asfixiar a Taiwán con sanciones, cortar sus rutas comerciales y rodearla con maniobras militares hasta que la rendición sea la única salida.

En la isla, la resistencia se agrieta. Analizando el cese de financiación yanqui a Ucrania (2025), Taiwán ve el espejo de su futuro: un aliado que promete mucho y entrega poco. La dependencia del continente es un yugo inescapable, y la retórica belicista de EE. UU. Suena cada vez más hueca. Solo una intervención directa de Washington —una locura improbable dada su agotamiento – alteraría este curso. Pero incluso Trump, con su pragmatismo oportunista, sabe que arriesgar una guerra por Taiwán es un suicidio económico y político. La lógica de la historia y el peso del poder multipolar aseguran que China prevalecerá. Taiwán volverá a la patria, no por balas, sino por la fuerza de lo inevitable.

En un mundo donde el G7 se derrumba y el Sur Global se alza, la reunificación no es una amenaza, sino una victoria contra los parásitos imperialistas que fragmentaron naciones para saquearlas. Taiwán no es una víctima ni un bastión de libertad; es un peón en un juego que Occidente ya perdió. Culpar a China por reclamar lo que es suyo es la misma hipocresía que justificó siglos de colonialismo, esclavitud y guerras imperialistas. Chile y otros pueblos oprimidos deben mirar este ejemplo y despertar: aferrarse a un Occidente en ruinas es condenarse a la irrelevancia; abrazar la soberanía, como hace China, es el único camino hacia un futuro digno. La reunificación no es un final; es un comienzo, un grito de justicia en un orden multipolar que no pide permiso para existir.

Referencias:

-Mao Zedong, Obras Escogidas, Tomo II, Foreign Languages Press, 1965.

-Deng Xiaoping, Construir un Socialismo con Características Chinas, People’s Daily, 1984.

-Xi Jinping, La Administración y Gobernación de China, Foreign Languages Press, 2014.

-Fondo Monetario Internacional, world economic outlook, 2023.

-Al Jazeera, “China’s Military Drills Near Taiwan”, 2024.

-SIPRI Yearbook, 2023.

-Global Times, “Taiwan’s Economic Dependence on Mainland China”, 2024.

-Council on Foreign Relations, “U.S.-Taiwan Relations”, 2024.

-Infobae, “Taiwán anunció un aumento del gasto en defensa ante las amenazas de China”, 2025.

-JP+, “China declara que, si EE.UU. quiere resolver el problema del fentanyl, lo correcto es consultar sobre la base del respeto mutuo”, 2025.