Por Oscar Torres

Indiscutidamente, la cuestión ambiental se presenta en los tópicos de relevancia pública. Nadie es indiferente al cambio en las condiciones climáticas del territorio nacional, siendo afectado ya sea directa (ejemplo: catástrofes naturales) o indirectamente (subida en el precio de bienes de consumo). Ello se suma a una gran cantidad de informes que anuncian un pronóstico en lo absoluto desalentador, pero que sin embargo ya existen suficientes rincones de internet y la academia dedicados a hablar de ello. Lo que hoy nos convoca es la pregunta: ¿Es el ecologismo, ambientalismo o animalismo una práctica que proporciona reales soluciones para contrarrestar problemáticas ambientales? Primero, es necesario definir esos conceptos. Existen variadas definiciones en cuanto a ecologismo y ambientalismo, estos conceptos suelen confundirse. “En todos los lugares del planeta han ido surgiendo núcleos de lo que llamamos movimiento ecologista, un movimiento plural que recoge los planteamientos de las opciones más puramente conservacionistas (las que centraban su actividad en la conservación de especies o espacios naturales), las luchas enmarcadas dentro de la ecología política (que incorporan la dimensión social y económica en los análisis ecológicos), las reivindicaciones ecofeministas, posicionamientos en los conflictos ecológico-distributivos y, en muchos casos, todas ellos a la vez. Así, la grieta inicial entre los movimientos ecologistas puramente conservacionistas y los que se definían como de ecologismo social y político es cada vez más pequeña ante la evidente imposibilidad de mantener o conservar nada” (Herrero, 2006, pp. 155). Como bien define Pérez Verdi (2011) resumiendo la obra de Pearce y Turner (1995), Economía de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente; al interior del ambientalismo pueden distinguirse cuatro posiciones teóricas:

1.- Optimismo ecológico, la corriente que más énfasis otorga a la propiedad privada, centrándose en la posibilidad de sustitución y mejoramiento tecnológico constante, dando paso a regular la explotación de los recursos naturales a través del mercado, sin una consideración transgeneracional.

2.- Ecología profunda, centrándose en resguardar la integridad de la biosfera de las actividades del hombre concibiendo derecho para elementos no humanos a los cuales no se debe afectar salvo casos concretos.

3.- Conservacionismo, corriente que “ve en los recursos y en los problemas al ambiente una restricción para el crecimiento económico”, buscando mantener una base estable de recursos naturales bajo el principio de equidad intergeneracional (satisfacer las necesidades humanas del presente, sin comprometer las necesidades humanas del futuro). El movimiento animalista, por su parte, suele incluirse dentro de la consciencia colectiva al interior de los movimientos que se preocupan y combaten problemas ambientales, lo que a nuestro juicio, no es correcto.

Concordamos con la hipótesis planteada por Rodríguez Oróstica (2021); “aún no es posible hablar de animalismo en chile como un movimiento social, sino más bien, estaríamos ante grupos activistas pro-causa animal, que por estar en una fase temprana de convergencia presentan amplia diversidad orgánica, discursiva, estratégica y de objetivos”. El origen de este movimiento es difuso, pero no por eso complejo de comprender, el objeto es la protección animal, pero inmediatamente debemos preguntarnos ¿Qué animales? ya que, no será posible proteger al universo completo de especies presentes en un ecosistema, al ser el impacto ambiental una consecuencia misma de la existencia humana. En este punto, es donde comienza a distorsionarse la actividad. El objetivo de algunos grupos puede enfocarse en la protección de especies que presentan mayor cercanía con el ser humano a través de procesos de domesticación históricos, como perros y gatos. El problema surge al proliferar poblaciones de especies en ecosistemas donde no pertenecen, y en muchos casos, con conductas silvestres o semisilvestres (animal vinculado a un ser humano pero no supervigilado por este). Produciéndose así un daño por interdependencia. Explicado con un ejemplo práctico; se permite la proliferación de una población de 30 perros en una ciudad costera alimentándose por diversas personas. Los canes perturbarán las conductas habituales y reproductivas de las aves, generando un estrés tal, que mermará su capacidad reproductiva. No suficiente con ello, una aves anidadas estas aves, darán caza a una cantidad considerables de huevos, polluelos y volantones en el proceso de adaptación al hábitat, provocando un declive sostenido en la capacidad reproductiva de diversas especies de aves costeras, las cuales cumples variados roles en los ecosistemas, entre ellos podemos destacar su capacidad para la dispersión de semillas, polinización y reciclaje del nitrógeno en el ambiente a través de su alimentación. Encontramos otro ejemplo en jaurías silvestres o semisilvestres de sectores rurales, que atacan y desplazan fauna nativa, reduciendo la diversidad biológica y potencial ecológico del ecosistema. Atacando el ganado de los pequeños y medianos agricultores y dispersando basura. Para no ser tibios ni rimbombantes en nuestra posición, en determinados casos de plano es necesario que el Estado aplique eutanasia a las jaurías que comprometen la diversidad biológica de los territorios. Pero entonces ¿A través de qué conjunto de ideas debe promoverse la protección del ambiente?

Ahí es donde se presenta la sostenibilidad soberana. Este concepto alude a un proceso que se materializa mediante un proyecto político que busca satisfacer las necesidades humanas de una nación a través de actividad económicas reguladas de forma tal que, el medio ambiente donde se ejecutan puede ser restaurado en un tiempo prudente o de plano, los impactos ambientales provocados por la actividad pueden ser absorbidos por la capacidad de carga del área natural. Sin embargo, este concepto no es totalmente ajeno al ambientalismo o ecologismo, el principio de equidad intergeneracional debe ser incorporado en una sostenibilidad soberana, ya que no es posible imaginar un desarrollo económico sostenible comprometiendo la integridad y potencial de los ecosistemas que proporcionan la posibilidad de desarrollar dichas actividades. Por tanto, como cuestión final, ofrecemos una definición de sostenibilidad soberana, teniendo por objeto que ello sea la puerta de entrada al desarrollo progresivo de un concepto que se posicione como una alternativa al ambientalismo, ecologismo o animalismo. La sostenibilidad soberana es; un proceso de planificación estatal sobre los impactos ambientales provocados por las actividades económicas, ya sean públicas o privadas, orientado en función de las necesidades a corto, medio y largo plazo del país, a fin de que se obtenga la satisfacción de la mayor cantidad de necesidades humanas posibles sin comprometer la integridad y potencial ecológico de las áreas naturales donde estas se desarrollan. Esto, a través del estudio de la interdependencia del ecosistema de cada caso en particular procurando no sobrepasar la capacidad de carga del área, lo que constituye un límite al desarrollo económico, teniendo este enfoque como fin último, el resguardo del patrimonio natural nacional, el potencial productivo de los territorios del país y el derecho de las personas a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, para lo cual es necesario considerar, en cualquier caso, la priorización de la seguridad de la fauna, flora y funga nativa ante la exótica”.

“Sólo hay una solución: rechazar las teorías políticas clásicas, tanto las derrotadas como las triunfantes, demostrar imaginación, comprender las realidades del nuevo mundo global (...) y crear algo nuevo, más allá de las batallas políticas de los siglos XIX y XX”

Alexander Dugin - La Cuarta Teoría Política.

Bibliografía

HERRERO, Yayo (2006): El movimiento ecologista ante el deterioro global: retos y utopías. Intervención Psicosocial Vol 15 N°2 pp. 149-166. Madrid, España.

PÉREZ VERDI, Raúl (2011): Ambientalismo y desarrollo sustentable: tramas del sistema capitalista. Revista LiminaR Estudios Sociales y Humanísticos Vol. IX N°2 pp. 181-199. Chiapas, México.

RODRIGUEZ ORÓSTICA, Roberto (2021): Nuevos Movimientos Sociales en Chile. Animalismo: ¿Un movimiento social? (2011 – 2019) Aproximaciones y esbozos tempranos. Tesina para optar al Grado de Licenciatura en Historia. Universidad de Chile. Santiago, Chile.