Esto porque el nuevo texto constitucional propuesto representa una radicalización del sistema neoliberal imperante, agudizando con ello, todos los profundos problemas económicos, políticos y socioculturales que requieren resolución pronta.
Estamos en un periodo de rearticulación de las estructuras del sistema desarrollado desde los años 80 del siglo XX hasta el estallido social de 2019.
En lo correspondiente al estallido social, no se debe caer en el fatalismo derrotista de pretender que ese acontecimiento: “no sirvió de nada”. Nosotros observamos los sucesos de manera panorámica analizando sus antecedentes , razones y consecuencias. Cuando una revuelta tiene origen espontáneo debido a las profundas injusticias vivenciadas, se desata la resistencia y el conflicto social.
Si aquella revuelta no es dirigida por una fuerza política revolucionaria articulada con capacidad de movilizar grandes masas al combate, aquel proceso será retomado por las fuerzas políticas dominantes que si poseen una unidad orgánica en pro de sus intereses (como ocurrió en nuestro país). No obstante, el estallido fue un inédito evento histórico del cual se extraen grandes aprendizajes.
En un primer momento respaldamos por estrategia la opción Apruebo (para la primera propuesta constitucional), pues nuestra abierta intención era la erradicación del texto constitucional impuesto en la dictadura. Lejos de la campaña de desquicio conspiranoico manifestado por elementos reaccionarios y las nefastas campañas de la triste política de “izquierda” liberal, esto habría sido un trampolín para continuar golpeando las estructuras que buscamos destruir.
La batalla de Chile está lejos de acabar. No hay derrota ni victoria definitiva por el momento y todo el esfuerzo de los trabajadores debe apuntar a construir una fuerza política con capacidad de cumplir las exigencias históricas inconclusas.