Por Ian Morales

El pasado domingo 1 de octubre nos sorprendió la noticia del deceso de Walter Roberto Thieme Schiersand, quien fuera secretario general del infame “Frente Nacionalista Patria y Libertad”. Si bien esta referencia es crucial para entender la imagen con la que Roberto Thieme será recordado en la historia de Chile, este hecho cobra otro sentido cuando se advierte la “transformación” de su ideario y sus posiciones políticas con el pasar del tiempo. El presente escrito no pretende ser exhaustivo en la biografía de Thieme o de ahondar en todo lo que fue el FNPL, más bien pretende ofrecer una reflexión sobre su particular trayectoria política y lo que se puede sacar en limpio de esta.

El pensamiento de Thieme cuando dirigía el FNPL era el de: “[…] un nacionalismo portaliano de origen históricamente chileno, equidistante de izquierdas y derechas, desarrollando un Estado integrador, laico y progresista impregnado por un profundo sentido social” (Thieme, 2021, pág. 80).

Lo primero que hay que entender sobre este personaje es el cómo llegó a pensar lo que pensó hasta 1973. Por un lado, debemos considerar su trasfondo familiar. Como sus apellidos revelan, Thieme fue hijo de inmigrantes alemanes, comunidad cuya simpatía por la causa nacionalsocialista es sumamente conocida. En el caso particular de Roberto, su padre (Walter Thieme Bruggermann), fue militante de la sección exterior del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP/AO) y fue miembro del servicio de inteligencia alemán (Abwehr). Por otro lado, debemos mencionar también su propio origen social. Tanto su padre como su padrastro fueron capataces de fundo, conectados con las familias terratenientes del sur de Santiago. El propio Roberto al crecer se transformaría en empresario mueblista, además de ser piloto comercial. Sus “Memorias” están llenas de anécdotas vinculadas a una vida de clase alta, en no pocas ocasiones el mismo admitió ser un “burgués”. Considerando estos antecedentes, no es de extrañar que hubiese adherido al “anticomunismo histérico” de la Guerra Fría.

Como sabemos, el gran detalle en la trayectoria de Roberto Thieme fue su “viraje”, de ser una de las máximas figuras de la tradición nacionalista chilena, luego decantaría en posiciones de una izquierda nacional, popular y latinoamericanista. Pero este fue un proceso que tomó un buen par de años.

Podríamos decir que a Thieme lo marcó la decepción. Como el mismo señaló a la revista Análisis en 1984: Para mi resulta muy doloroso pensar que las Fuerzas Armadas iban a seguir el camino nacionalista, que justamente que las grandes lacras de este país son de responsabilidad de la derecha, de la oligarquía. Suponíamos que la oligarquía se había terminado por allá en los años 20 y en cambio, por vía militar, reflota una oligarquía, pero mucho más ultra que la de este siglo. Y el gobierno militar es instrumentalizado completamente por esta oligarquía financiera y política. (pág. 187)

Contrario a lo que haría la mayoría de los dirigentes nacionalistas quienes, padeciendo un brutal Síndrome de Estocolmo y a pesar de cierta crítica al modelo económico adoptado por la Dictadura Militar, seguían defendiendo e incluso participando en el ilegítimo gobierno, Thieme pasaría directamente a la oposición.

El punto de quiebre fue en 1977. Thieme se encontraba en un viaje de negocios en París y vio un documental de la televisión francesa sobre los crímenes cometidos por la Dictadura, lo marcó el conocimiento de los crímenes cometidos contra el pueblo, ocurriendo en su mismo país y sin que él estuviese consciente de ello (págs. 150-151). El último atisbo de esperanza en el “gobierno militar” se apagó cuando envió una serie de cartas a la junta militar y al ministro de defensa Washington Carrasco, expresando su preocupación y crítica sobre el devenir de la Dictadura y donde se esbozaban los criterios para un hipotético gobierno nacionalista: fin de la dictadura y una nueva institucionalidad que respete los derechos y libertades civiles (en política interna); erradicación de la pobreza y un rol activo del Estado (en materia económica) y la no-intervención en asuntos internos de otros países (en política exterior). De esta misiva, no se obtuvo respuesta alguna.

Posterior a esto vendría la articulación de un movimiento opositor. En 1981, Thieme participaría en el Movimiento Nacionalista Popular, dirigido por Eduardo Díaz Herrera. Las actividades del MNP duraron hasta 1983, cuando fue desbaratado por la Dictadura, ante lo cual Thieme decidió partir a un “exilio voluntario”, primero a Buenos Aires y luego a los Estados Unidos.

Del MNP, surgió la agrupación “Viento Sur” y de VS surgió en 1987 el Partido del Sur. Thieme volvería de su exilio para ser precandidato senatorial por el Partido del Sur en 1989 (Díaz Nieva, 2016, pág. 98), pero dicha candidatura sería retirada por el propio Thieme debido a la postura bacilante de Eduardo Díaz Herrera respecto a la saliente Dictadura. Como él mismo relata:

Volvimos al sur y empezaron las negociaciones por los cupos. Al fin Eduardo nos tranzó a todos. A mi me explicó que estaba “Paco Prat” al otro lado y me confesó que para su campaña parte de las platas iban a salir de La Moneda, donde estaban Cristián Labbé y otros próceres pinochetistas.

Le dije que yo no iba a hacer campañas con platas del gobierno. Estaba dispuesto a salir a pie o a caballo, en lo que fuera, pero no con platas del gobierno. Entonces decidí salirme, pero trabajé por Díaz, organicé los rayados y las pinturas, quería que llegara al Senado y que le diera peso y dignidad a lo que fuimos como nacionalistas. Pasaron cosas turbias con Eduardo Díaz en la campaña, turbias y muy desagradables. (Thieme, 2021, págs. 199-200) Luego de esto, Thieme retorna a los Estados Unidos y sus intervenciones públicas se limitan a las que todos conocemos. A partir de 2013, con motivo del 40 aniversario del Golpe de Estado, rompió su silencio y empezó a ser un rostro recurrente en los medios de comunicación, respondiendo preguntas sobre su rol como opositor al gobierno de la Unidad Popular y comentando el nefasto legado de la Dictadura Militar. En estas ocasiones también hacía publicas sus posiciones respecto al acontecer político nacional. Apoyó a Marcel Claude en 2013, a Beatriz Sánchez en 2017, a Gabriel Boric en 2021 y el proceso constitucional en 2022.

A pesar del notorio contraste en sus ideas entre los años 70 y las dos últimas décadas, el propio Thieme nunca consideró haber cambiado su ideario. Intentando una reconstrucción de la consecución lógica de estas ideas podemos observar que es el concepto central del “nacionalismo” el que sufre el cambio.

Desde sus días juveniles, Thieme se ha caracterizado por su anti-imperialismo y su crítica al liberalismo. En el FNPL, el anti-imperialismo se dirigía contra las dos potencias de la Guerra Fría (Estados Unidos y, sobre todo, la Unión Soviética) y el antiliberalismo se manifestaba en propuestas como el “Estado Integrador” o la “Empresa integrada de trabajadores”. Por su parte, un ya maduro Roberto Thieme criticaba al imperialismo yankee por su rol estelar en la caída del gobierno de la Unidad Popular y la subsecuente dictadura pinochetista, mientras que su antiliberalismo consistía en la crítica al modelo neoliberal, implantado en Chile a sangre y fuego. Podemos decir que Thieme siempre fue un nacionalista, pero transitó de un “nacionalismo” conservador y pro-oligárquico a un “nacionalismo” revolucionario, popular y de inspiración continental. Como el mismo señaló para el semanario The Clinic (2018):

TC: ¿Qué le queda del joven de Patria y Libertad?

RT: En lo ideológico, casi todo, aunque estoy más rebelde y revolucionario. Me pesa una gran desilusión y frustración, porque nuestro objetivo final de alcanzar el poder para transformar el Estado de Chile, mediante una revolución nacional-popular, no se cumplió. Sigo soñando con recuperar la República perdida instaurando un modelo político, económico y social justicialista, desarrollista, independiente, soberano e integrado regionalmente con la Patria Grande suramericana.

La trayectoria de Roberto Thieme es tan interesante como enrevesada. Sin duda, fue un personaje pintoresco. De ser un fascista pasó a ser un revolucionario. Sus días más famosos los pasó dirigiendo una organización paramilitar que cometió actos de sabotaje y terrorismo, mientras sus días finales los pasó retirado de la vida pública, dedicándose a una de sus grandes pasiones: la pintura.

Quienes conocieron a Thieme destacan su valentía y su sensatez. Valentía para asumir sin temor su pasado, su equivocación al participar con tanta devoción y entrega al derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular, con el pasar del tiempo Thieme cayó en la cuenta de que sentía más semejanzas con el gobierno defenestrado que con la subsecuente Dictadura. Sensatez de alejarse de la luz pública y asumir que su complicidad con la caída de Allende y el ascenso de Pinochet no tendrían perdón, a pesar de su posterior oposición y crítica a todo lo que la Dictadura significó y sigue significando. Estos atributos distinguen a Thieme de la gran mayoría de sus “otrora” camaradas nacionalistas, tanto dentro como fuera del FNPL. Las viejas guardias del nacionalismo, que pasaron derechamente a la trinchera del pinochetismo o que prefieren aferrarse a sus “viejas glorias” mientras daban un timorato apoyo crítico a un gobierno que nunca les correspondió.

Con el tiempo, Roberto Thieme avanzó hacia una posición nacionalista revolucionaria, popular, latinoamericanista, anti-oligárquica y anti-imperialista. Pero esta posición solo se entiende si comprendemos el proceso que hay detrás, las ideas de Thieme se vieron marcada por la crítica constante al devenir histórico social, político y económico de Chile, pero la más importante fue la crítica que Thieme hizo consigo mismo, con su vida, con sus viejas ideas y con sus acciones que le condujeron al ostracismo.

NOTAS

[1] Para esos fines, es recomendable la lectura de las memorias de Roberto Thieme “Memorias de un Rebelde” (2021) o el docto trabajo “Patria y Libertad: El Nacionalismo frente a la Unidad Popular” (2015) de José Díaz Nieva. También es recomendable la entrevista que Mónica González le hizo a Roberto Thieme para el libro “La Conjura”, la cual fue reproducida por CIPER Chile tras su deceso (2023).

[2] Francisco Prat Alemparte (1948) es un ingeniero, empresario y político chileno. Se desempeñó como senador por la circunscripción 14 (Araucanía Norte, misma por la que postuló Eduardo Díaz Herrera) representando a Renovación Nacional y luego a la Unión Demócrata Independiente (1990-2002).

[3] En múltiples entrevistas, Thieme ha reconocido su simpatía por el peronismo. El lector conocedor sabrá que la amplitud de esta tradición política argentina admite una variedad impresionante de derivas ideológicas, muchas veces contradictorias entre sí.

Referencias

Díaz Nieva, J. (2015). Patria y Libertad: El Nacionalismo frente a la Unidad Popular. Santiago de Chile: Centro de Estudios Bicentenario.

Díaz Nieva, J. (2016). El nacionalismo bajo Pinochet (1973-1993). Santiago de Chile: Ediciones Historia Chilena. González, M. (06 de Octubre de 2023). Inédito: la entrevista completa que Mónica González le hizo a Roberto Thieme para el libro «La Conjura». Obtenido de CIPER Chile: https://www.ciperchile.cl/2023/10/04/inedito-la-entrevista-completa-que-monica-gonzalez-le-hizo-a-roberto-thieme-para-el-libro-la-conjura/

Penjean, M. (18 de Octubre de 2018). Roberto Thieme, fundador de Patria y Libertad: “Soy nacionalista, rebelde y revolucionario”. Obtenido de The Clinic: https://www.theclinic.cl/2018/10/18/roberto-thieme-fundador-de-patria-y-libertad-soy-nacionalista-rebelde-y-revolucionario/

Thieme, R. (2021). Memorias de un rebelde. Providencia: Editorial Momentum.