Por Ian Morales

Desde hace un tiempo se puede apreciar un reflote del concepto de “Socialismo Chileno” [1], principalmente en ciertos sectores de la izquierda chilena. El ejemplo paradigmático de esta tendencia es la publicación de la antología “Génesis y ascenso del Socialismo Chileno: Una antología hasta 1973” (2020) a cargo del sociólogo Carlos Ruiz Encina y el economista Jorge Arrate. Aunque también hay que destacar el reciente trabajo del historiador Pablo Garrido González titulado: “Clasistas, antiimperialistas y revolucionarios: Trayectoria política e intelectual del socialismo chileno contemporáneo. 1932-1973” (2021).

El origen de este renovado interés por esta tradición política nacional tiene muchas razones de ser, como la desvinculación e incapacidad de la izquierda tradicional de configurarse como representante de los intereses del pueblo (como solía ser antaño) o la necesidad de retomar un paradigma independiente de modelos tradicionales importados (sea ya el comunismo del fenecido Bloque del Este o una socialdemocracia, que como las de Europa Occidental, está cada día más replegada), enraizado a su vez en las luchas democráticas y populares de la historia de Chile (Arrate MacNiven & Ruiz Encina, 2020, págs. 24-26). A título personal, me parece que este “revival” del Socialismo Chileno representa una oportunidad única para el estudio de trabajos teóricos y doctrinarios autóctonos con la potencialidad de generar o actualizar [2] una propuesta política alternativa de cuño nacional.

El propósito del presente escrito es exponer una breve descripción de los puntos ideológicos centrales de la corriente política del “Socialismo Chileno” para lograr comprender el interés que suscita actualmente. Para cumplir este fin de manera sucinta, vamos a centrar el análisis en dos ejes centrales de dicha corriente: “socialismo” y “anti-imperialismo”, este último eje dividido a su vez en “nacionalismo” y “continentalismo”.

Antes de entrar en materia corresponde hacer una distinción fundamental: no es lo mismo “Socialismo Chileno”, “Vía chilena al Socialismo” y “Partido Socialista de Chile”. El primer término alude a una corriente ideológica que vamos a trabajar más adelante. El segundo término alude específicamente al proyecto de transformación social, política y económica del gobierno de la Unidad Popular [3] Finalmente, el tercer término alude al partido político que sirvió como institución representativa del “Socialismo Chileno”, al menos hasta 1973 [4].

Dicho esto, pasemos a revisar en que consistió el “Socialismo Chileno”. En términos simples, podemos definir al “Socialismo Chileno” como una tradición o una cultura [5] política más que como una ideología delimitada. Como señalan Arrate y Ruiz:

El proyecto socialista de transformación de una sociedad chilena que venía saliendo del orden tradicional, oligárquico, marcadamente agrario, fue delineando un curso de modernización que se concibió como estrategia política de lucha, de constitución de fuerzas populares capaces de protagonizar tal cambio histórico. Es allí, como parte de esa estrategia, que se configuran unos horizontes culturales, sociales, económicos y políticos en los que se debaten, con una intensidad que es característica del socialismo chileno, diversas herencias e influencias nacionales e internacionales. Una concepción del individuo, la libertad, la democracia y el desarrollo, un humanismo socialista, toman forma como partes de una estrategia de transformación de la realidad. (pág. 23)

Hechas las primeras aclaraciones, pasemos a la revisión de esta tradición política nacional.

El “Socialismo”:

Es una obviedad señalar que el “Socialismo Chileno” forma parte de la extensa y compleja familia ideológica del socialismo, pero lo interesante es señalar a qué tipo de socialismo se parece más.

En primer lugar, hay que reconocer que a pesar de la diversidad ideológica de los grupos que convergen para fundar el Partido Socialista [6], desde sus primeros momentos, el PS reconoce ser un partido marxista. Esto significa que el Socialismo Chileno, a lo largo de su historia, admite los conceptos centrales de la “lucha de clases” como motor de la historia, de la superación del modo de producción capitalista y del derrocamiento y sustitución del orden político burgués (o democrático-liberal) mediante una revolución social.

Pero el marxismo del Socialismo Chileno corresponde a un “[…] marxismo enriquecido y rectificado por todos los aportes científicos y revolucionarios del constante devenir social” (1934). Este carácter de complementar el análisis teórico marxista con el análisis empírico de la realidad nacional se acentúa en el documento de 1947 conocido como “Fundamentación teórica del programa del Partido Socialista” redactado por Eugenio González Rojas. Este documento no solo validó al marxismo como un “[…] método fecundo de interpretación sociológica” (1947, pág. 3), sino que también significó: “[…] la aparición de un vocabulario común y aceptado por las distintas tendencias, que se fundamentó en una lectura particular y nacional del marxismo para elaborar un programa propiamente socialista” (Garrido González, 2021, pág. 94).

Un aspecto menos alentador de todo esto, es que en este documento se establece una serie de críticas a la revolución inspirada en el marxismo por antonomasia: La Unión Soviética. Estas críticas a la experiencia soviética servían para distanciarse del Partido Comunista y la imagen de querer establecer un régimen calcado al de los países del Bloque del Este.

Esto nos lleva a una segunda característica distintiva del Socialismo Chileno, lo que se llamó “Humanismo Socialista”. El Humanismo Socialista nace de un análisis moral de la situación del hombre bajo el capitalismo: La técnica de producción creada por el hombre debe estar íntegramente al servicio de sus necesidades; el progreso de la economía no puede ser considerado como el objetivo final de sus esfuerzos, sino la base de su desarrollo cultural. Dentro de la sociedad burguesa sucede, precisamente lo contrario; la técnica, manejada con propósitos de lucro por las minorías capitalistas, esclaviza al hombre al trabajo asalariado, y la producción de riquezas, desvirtuada en sus fines por el interés de clase, ha sido colocada por encima de todos los valores de la cultura. (pág. 6)

Y propone al socialismo, no solo como una liberación de explotación económica, sino como la oportunidad para realización integral de la humanidad:

[…] él (el socialismo) es la única garantía de que en un futuro próximo puedan ellas darse con mayor contenido humano, una vez superada la crisis por que atraviesa el mundo contemporáneo. El proceso de la decadencia de la cultura – acelerado por los conflictos de todo orden que resultan de las contradicciones internas, cada día más agudas, del capitalismo imperialista – sólo puede ser detenido por la implantación del socialismo. (pág. 7)

Como podemos ver, el Socialismo Chileno posee una base ideológica aparentemente contradictoria. Por un lado, recogen el análisis y la tradición revolucionaria del Marxismo, adecuándolo a la realidad nacional y (como veremos a continuación) continental. Por el otro incluyen una versión radical del humanismo, distanciándose de la experiencia de la Revolución Rusa, llegando a un análisis más parecido al de los socialismos más democráticos, utópicos o incluso cristianos. Si se considera esto al revisar la historia del Partido Socialista, se entiende de mejor manera la alta presencia de facciones internas y escisiones dentro del Partido o la contradicción latente entre un discurso con una crítica tajante al régimen burgués demoliberal y la necesidad de su superación o la inevitabilidad de la violencia revolucionaria versus una práctica política que difícilmente lograba ir más allá de la legalidad vigente.

El “Anti-imperialismo”:

Desde sus meros inicios, el “Socialismo Chileno” tuvo un firme carácter anti-imperialista [7]. Esto se puede apreciar en dos aspectos propios de esta tradición política. por un lado, tenemos una marcada impronta nacionalista y por el otro tenemos una inspiración geopolítica continentalista, bastante singular dentro de la historia de nuestro país.

El nacionalismo que inspira al socialismo chileno se deja ver desde el golpe de estado que dio inicio a la Republica Socialista de Chile, en cuyo manifiesto señalaba estar “[…] alentada por un alto espíritu de nacionalismo constructivo que asegure a todos los chilenos el derecho a la vida por medio del trabajo productor” (como se cita en Cruz Salas, 2002, pág. 38).

Si bien, el Partido Socialista no vacilaba en caracterizarse como “internacionalista” (1934), llegando incluso a criticar el nacionalismo político como fenómeno (1947, pág. 12) en sus declaraciones oficiales (esto en concordancia con los partidos inspirados en el marxismo), el nacionalismo económico era un pilar fundamental de la política del “Socialismo Chileno”. Como bien lo expresa Óscar Waiss, uno de los principales teóricos del “Socialismo Chileno”: “[…] la nacionalización de las riquezas en manos del capital imperialista, es la condición precisa para, mejorar el standard general de la población. El nacionalismo latinoamericano es el fruto del deseo colectivo de mejoramiento” (1952, pág. 16).

Sobre el nacionalismo también hay que señalar la frontal oposición del “Socialismo Chileno” respecto a las dos superpotencias de la Guerra Fría: Estados Unidos y la Unión Soviética. En cuanto al primer país no hay mucho que decir, los socialistas chilenos fueron vocales opositores al intervencionismo norteamericano en Chile y América Latina. Respecto a su oposición a la Unión Soviética, esto es más complejo, debido a que la crítica se centraba en el expansionismo soviético sobre otros países. Como señala Joaquín Fernández Ábara:

En cuanto al rechazo del modelo soviético, muchos dirigentes e intelectuales socialistas, en especial Raúl Ampuero, Eugenio González y Julio César Jobet, utilizaron el concepto de “totalitario” para calificarlo, y la noción de “imperialismo” para caracterizar la política exterior de la Unión Soviética. (2017, pág. 33)

De todas maneras, esta oposición al expansionismo soviético no impidió la colaboración del PS con el Partido Comunista de Chile (Garrido González, 2021, pág. 9), aunque si era un importante punto de desencuentro con este partido. La oposición a la política soviética también dio origen a una interesante simpatía desde el PS hacia los procesos socialistas independientes de la URSS (como Yugoslavia) así como también para con los países del naciente Tercer Mundo (Asía, África y América Latina). Como explica Garrido:

El PS estuvo atento a las tendencias terceristas en el espacio internacional y prestó especial atención al movimiento de países no alineados, corriente que aportó un modo de entender la colaboración entre las naciones dependientes y un nuevo marco interpretativo sobre el fenómeno imperialista en amplias zonas geográficas del mundo que repercutieron en el discurso revolucionario y antiimperialista del partido. A partir de la segunda mitad de la década de 1950 la postura antiimperialista se enmarcó en la diplomacia de la tercera posición, consolidando la solidaridad socialista con los procesos descolonizadores y nacionalistas en los países subdesarrollados del Tercer Mundo, inaugurando una reflexión que entendió el subdesarrollo, la dependencia y la penetración imperialista como aspectos compartidos por amplias zonas geográficas. (pág. 190)

Ahora bien, el carácter nacionalista del “Socialismo Chileno” se ve complementado por la propuesta geopolítica continentalista (iberoamericanista, latinoamericanista o indoamericanista, como queramos llamarle). Como nos señala Garrido:

El afán latinoamericanista del PS se fundó en el nacionalismo ideológico, el desdén hacia las teorías políticas foráneas y la búsqueda de un proyecto libertador de alcance indoamericano, haciendo de la reforma agraria, la democratización del régimen político y la lucha antiimperialista parte de un programa “socializante” con sentido y vigencia para las 20 naciones del continente. En el PS se instaló un diagnóstico sobre la revolución americana donde lo nacional quedo estrechamente vinculado a lo continental, relevando la dominación oligárquica y la penetración imperialista como aspectos distintivos y compartidos por todas las naciones del continente. (2021, pág. 195)

Similar al punto anterior (el nacionalismo), el “Socialismo Chileno” desde sus meros inicios proclamaba la necesidad de la “[…] unidad económica y política de los pueblos de Latinoamérica, para llegar a la Federación de las Repúblicas Socialistas del Continente y la creación de una economía antiimperialista” (1934) [8].

La propuesta de unión continental propugnada por los socialistas chilenos tenía como fines detener el avance de la hegemonía de los Estados Unidos de América sobre Chile y el resto de países latinoamericanos:

Para hacer posible este sistema de convivencia continental se hace necesario que los países latinoamericanos traten con los Estados Unidos en un plano de igualdad y dignidad, para lo cual el Partido Socialista propugna la progresiva unificación latinoamericana, sobre bases progresistas y democráticas. (1947, pág. 14)

Así como también elevar a América Latina como un actor político y económico de escala global:

El proceso de unificación latinoamericana, mirada con perspectiva socialista, implica el desarrollo concertado de nuestros recursos económicos con miras a nuestra liberación del imperialismo. Los pueblos de la América Latina integrados en una comunidad de naciones socialistas constituirán un factor decisivo para el porvenir del mundo. (pág. 14)

Conclusión:

Como pudimos ver en este breve ensayo, la tradición histórica del “Socialismo Chileno” resulta de interés para quien quiera encontrar una propuesta revolucionaria de carácter democrática, nacional, popular, latinoamericana y basada en un profundo y atento análisis a las condiciones económicas, políticas y sociales de Chile y América Latina. Si bien es innegable que esta tradición posee problemas de base como su amplitud de inspiraciones ideológicas, su incapacidad de concretar una revolución social y política o su falta de análisis para detener al sempiterno enemigo de los pueblos del mundo (las clases dominantes), sin dudas, estudiar el “Socialismo Chileno” puede aportar bases teóricas para la comprensión del rol de un Chile inserto en una América Latina envuelta en la lucha constante por la soberanía política, su independencia económica y su justicia social.

NOTAS

[1] El Circulo Patriótico de Estudios Chilenos e Indoamericanos publicó en su momento una breve síntesis crítica sobre esta corriente política histórica, reconociendo sus logros y falencias. El presente texto puede considerarse una expansión de dicha síntesis.

[2] El observador atento notará que ambos libros mencionados en el primer párrafo toman como marco referencial cronológico el periodo entre 1932 (proclamación de la “República Socialista de Chile”) y 1973 (Golpe de Estado del 11 de septiembre). Esto implica que el desarrollo de esta corriente de pensamiento se ha mantenido en un hiato desde ese entonces. Intentar replicar sus planteamientos mecánicamente en la actualidad sería un despropósito.

[3] En palabras del sociólogo Manuel Antonio Garretón, el concepto de “Vía chilena al Socialismo” alude al proyecto de la UP, definido por Salvador Allende como el proyecto de “[…] acceder al objetivo del socialismo, dentro de los marcos del sufragio, a través del uso de la institucionalidad vigente y en democracia, pluralismo y libertad” (1993, pág. 184).

[4] Sobre este respecto se puede consultar la columna de opinión del abogado e histórico dirigente socialista Roberto Ávila Toledo titulada “Socialismo chileno y Partido Socialista; que no es lo mismo” (2020) donde se explica la maniobra de cooptación del Partido Socialista para abandonar el socialismo chileno y abrazar la socialdemocracia durante el periodo de la Dictadura Militar (proceso conocido popularmente como “Renovación Socialista”).

[5] En su libro “El Socialismo Chileno de Allende a Bachelet (1973-2005)” el historiador Edison Ortiz González denomina al socialismo chileno como una “subcultura”. Esto debido a que la heterogeneidad de ideas y grupos que conforman al Socialismo Chileno son incapaces de generar una cultura como tal, sino más bien, interpretan y sintonizan la cultura imperante en Chile en el periodo y contexto de su surgimiento (2007, págs. 101-104). [6] Los grupos que se unieron para formar el PS en 1933 fueron: “Partido Socialista Marxista”, “Nueva Acción Publica” (socialista, nacionalista de izquierda, cercana al APRA peruano), “Orden Socialista” (socialista, cercana al humanismo laico) y “Acción Revolucionaria Socialista” (socialista, fundada por antiguos anarquistas). También hay que agregar que en 1937 se les unió el partido “Izquierda Comunista” de filiación trotskista.

[7] Es de interés destacar que la gran mayoría de fuentes utilizadas en este escrito coinciden en comparar y equiparar al desarrollo del “Socialismo Chileno” con las experiencias populistas latinoamericanas (de fuerte talante anti-imperialista y anti-oligárquico) que surgieron por este mismo periodo (1930-1970).

[8] Los orígenes indoamericanos del “Socialismo Chileno” se pueden rastrear hasta el partido Nueva Acción Pública en 1931, el cual se hallaba fuertemente influido por el partido Alianza Popular Revolucionaria Americana dirigido por el teórico político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre. Para más información recomendamos la lectura del artículo del historiador chileno Fabio Moraga Valle titulado “¿Un partido indoamericanista en Chile? La Nueva Acción Pública y el Partido Aprista Peruano (1931-1933)” (2009)

Bibliografía

Arrate MacNiven, J., & Ruiz Encina, C. (2020). Génesis y ascenso del socialismo chileno: Una antología hasta 1973. Santiago de Chile: LOM Ediciones.

Ávila Toledo, R. (30 de Diciembre de 2020). Socialismo chileno y Partido Socialista; que no es lo mismo. Obtenido de El Clarín: https://www.elclarin.cl/2020/12/30/socialismo-chileno-y-partido-socialista-que-no-es-lo-mismo/

Cruz Salas, L. (2002). La República Socialista del 4 de Junio de 1932. Santiago de Chile: Ediciones Tierra Mía. Obtenido de http://www.socialismo-chileno.org/PS/rs/cruz_rs_.pdf

Fernández Abara, J. (2017). Nacionalismo y Marxismo en el Partido Socialista Popular (1948-1957). Izquierdas(34), 26-49. Obtenido de https://www.scielo.cl/pdf/izquierdas/n34/0718-5049-izquierdas-34-00026.pdf

Garretón, M. A., & Moulian, T. (1993). La Unidad Popular y el conflicto político en Chile. Santiago de Chile: LOM ediciones.

Garrido González, P. (2021). Clasistas, antiimperialistas y revolucionarios: Trayectoria política e intelectual del socialismo chileno contemporáneo 1932-1973. Santiago de Chile: Ariadna Ediciones. Obtenido de https://ariadnaediciones.cl/images/pdf/ClasistasAntiimperialistas.pdf

Moraga Valle, F. (2009). ¿Un partido indoamericanista en Chile? La Nueva Acción Pública y el Partido Aprista Peruano (1931-1933). Histórica, II(33), 109-156. Obtenido de https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/historica/article/view/14/19

Ortiz Gonzalez, E. (2007). El Socialismo Chileno: De Allende a Bachelet (1973-2005). Valencia, España: Fundación Internacional de Apoyo al Desarrollo Local y Social. Obtenido de https://www.fiadelso.org/PDF/publicaciones/el-socialismo-chileno-de-allende-a-bachelet.pdf

Partido Socialista de Chile. (19 de Marzo de 1934). Declaración de principios del Partido Socialista. Obtenido de Archivos y documentos históricos: https://portal.pschile.cl/wp-content/uploads/2018/11/Declaracion-dePrincipiosPS-1933.pdf

Partido Socialista de Chile. (1947). Fundamentación teórica del programa del Partido Socialista. Obtenido de Partido Socialista de Chile: https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo? id=documentos/10221.1/24028/1/83052Programa-PS-1947.pdf

Waiss, O. (1952). Presencia del Socialismo en Chile. Santiago de Chile: Ediciones Espartaco. Obtenido de https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/63270/1/224910.pdf&origen=BDigital