Para muchos, hablar de política en el aula podría “influenciar” negativamente a los estudiantes y así coartar el desarrollo del “libre pensamiento”. Algunos ven esta práctica como adoctrinamiento brutal para la generación de futuros cuadros de guerrilleros. Recordemos el año 2019, cuando bajo la dirección de Marcela Cubillos como ministra de educación, se denunció la presencia de adoctrinamiento político en algunos colegios y de la mano de la prensa. Esta noticia tomó cierto revuelo mediático, abriendo un debate que hasta ese momento estuvo cerrado o al menos no era tan visible. ¿Es el aula, o la escuela, un contexto adecuado para poner sobre la mesa algo tan complejo como la discusión sobre política? ¿Es necesario el ejercicio de la política dentro de un contexto educativo? ¿Más aun, existe el conocimiento siquiera del concepto de “sujeto político” a nivel de masas?
El sujeto político según una de sus definiciones más aceptadas consta de una serie de características que lo hacen distinguible, por ejemplo, se interesa tanto por lo público como lo privado, buscando trascender hacia lo primero, se asume como constructor de su propia realidad, reconoce su responsabilidad de transformar la realidad a través de acciones organizadas y conscientes. Con lo anterior en mente, ahora pensemos en lo que pasa con el Gremio del Colegio de Profesores, una organización castrada desde su nacimiento, luego de la disolución de la SUTE (Sindicato Único de Trabajadores de la Educación) en 1973. Es cierto que el Colegio de Profesores ha sido dirigido por militantes de izquierda, pero sabemos que el nivel de adhesión que tienen es bajo (alrededor de un 25% del total del Profesorado) y la política peticionista de la izquierda no ayuda mucho. Se acostumbraron a negociar lo que queda de la olla.
En artículos anteriores hemos hecho un recorrido acerca de cómo la política educacional chilena ha ido mutando, dependiendo en gran medida de las intenciones del gobierno de turno. Hasta el día de hoy, no han existido lineamientos que enfoquen esta área tan importante para el desarrollo del país con una perspectiva de largo plazo y apuntando realmente a las necesidades e inquietudes del pueblo chileno, más bien el enfoque sigue siendo fuertemente dependiente de las políticas de crecimiento macroeconómico o considerando variables de desarrollo desde esta perspectiva, bajo un modo de administración neoliberal del Estado. Específicamente, aquellos aspectos que vienen dictados de organismos tales como la OCDE que tanto les encanta citar a los “expertos” o bien, desde instituciones privadas, algunas ONG, y corporaciones ligadas a la educación, cuya intención de fondo es profundizar en la privatización, utilizando para ello el discurso de la “libre enseñanza” y todo lo que se le parezca.
No es ningún secreto que el Estado ha perdido fuerza en el control de los procesos educativos y la única presencia que tiene de manera transversal se limita al ámbito curricular, con tibias modificaciones que terminan por desencadenar más agobio laboral y más problemas para los estudiantes y que en ningún caso garantizan una preparación adecuada para los jóvenes en su vida como adultos, al contrario, luego quedan a merced de esta jungla mercantil, con las herramientas y recursos que tienen dependiendo de sus propias redes de apoyo muchas veces inexistentes.
La segregación, el clasismo y las diferencias entre colegios municipales, particulares subvencionados y privados se han incrementado de manera dramática. Desde el año 2015 hemos visto decrecer el número de matrículas en los establecimientos públicos hasta llegar a aun 36, 8%. Todo apunta a algo que se ha repetido hasta el cansancio: La educación no puede quedar en manos de privados, el estado no puede desligarse de su rol rector en cuanto a políticas públicas en educación se refiere y no pueden limitarse solo al ámbito curricular.
En este panorama, las y los profesores nos encontramos en un territorio extremadamente difícil, en donde el rol docente se mezcla con todas las dificultades económicas y de inestabilidad laboral lamentablemente ya normalizadas para muchos. Las cada vez más crecientes exigencias burocráticas en desmedro de la calidad de la enseñanza real y significativa para el alumnado.
Se ha mermado el interés de los profesores más jóvenes en continuar con la tarea de educar y buscan emigrar hacia otros rubros mas rentables y menos auto destructivos. Solo en la región metropolitana las licencias médicas aumentaron en un 353% y gran parte de estas licencias tiene por causa problemas de tipo emocional, psicológicos y psiquiátricos.
Sería absurdo pensar que la labor docente no debe tener una postura políticamente clara y sin embargo es común entre el profesorado encontrar profesores que declaran “no ser de izquierda ni de derecha” y todos sabemos lo que eso significa…, El problema de la despolitización es grave, sobre todo si el conjunto del profesorado no es capaz de organizarse de manera clara en lo político para tomar el poder soberanamente del sistema educacional, para cambiar los cimientos del sistema educativo, y abarcar no solo curriculares, sino también filosóficos, en definitiva una transformación absoluta
Un nuevo modelo educativo no va a surgir desde la misma institucionalidad, este modelo tiene que surgir desde la práctica misma en el aula y fuera de ella, y debe apuntar a una transformación radical, un cambio de noción desde lo individual hacia lo colectivo, desde la competencia hacia la cooperación, desde la segregación hacia la unión y sobre todo, hacia la identificación de un plan común para todos los chilenos. Se deben aprovechar todas y cada una de las grietas del sistema para poder introducir en la juventud una nueva conciencia política, dejando espacio para que estas ideas crezcan desde la misma práctica educativa. Los profesores deben jugar un rol político activo, agitador y de cambio revolucionario real, asumiendo con ello el costo de ser la primera línea de combate en la guerra por la soberanía política.
¿Cómo lograr esto?, no es un camino fácil, requiere de una convicción absoluta en que el trabajo de educar va mucho más allá de entregar herramientas o potenciar habilidades para el trabajo y la producción, sino que, en los tiempos actuales, es una labor de formación que excede lo instrumental y requiere de manera imperativa ser ejecutadas por sujetos políticos reales.
Bibliografía
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Villalobos C, Quaresma, M.l (2015). Sistema escolar chileno: características y consecuencias de un modelo orientado al mercado)
Carimán Linares, Braulio. (2012). El "problema educacional" entre 1920-1937: una historia de reformas y limitaciones. Universum (Talca), 27(2), 31-44. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762012000200003