Publicado originalmente en Revista Herejía N°9
En el mes de junio recién pasado recordamos los 86 años de uno de los acontecimientos más notorios de la escena política chilena. En el año 1934, nuestro país fue testigo de una inédita revolución, conocida como “los sucesos de Ránquil”. Para comenzar a contextualizar, es menester echar por tierra una de las principales conclusiones que han surgido con el tiempo, que guardan relación con aseverar que este, habría sido un movimiento indigenista, específicamente de un grupo Mapuche Pehuenche, lo cierto es, que obreros, campesinos y colonos se unieron para levantarse contra los abusos de los ricos, amparados por el gobierno de la época, a cargo de Alessandri Palma.
Vayamos al inicio del conflicto; a partir de 1860, en Chile y Argentina se inicia un proceso de ocupación territorial, conocido en acá como “pasificación de la Araucanía”, y allá, como “Conquista del desierto” como consecuencia de lo anterior, se crearon numerosos fuertes y pueblos, dentro de ellos, los fuertes militares de Nitrito, Lonquimay y Liucura, por su parte, el fuerte de Lonquimay fue fundado el 27 de diciembre de 1882 entre la junta de los ríos Lonquimay y Bío-Bío. El por entonces Teniente Coronel de las Guardias Nacionales Martín Drouilly-a quien le correspondió realizar la expedición militar al interior de la cordillera como Inspector de Colonización en 1886- señalaba que: “El Alto Bio-Bio queda enteramente desocupado i conviene proceder cuanto ántes a entregar sus diversos valles a la producción, sea arrendándolos o vendiéndolos. Se puede estimar que en toda esa rejion podrian mantenerse como cien mil animales.” De dichas indicaciones se concretó el traspaso de una extensión de189.000 hectáreas de tierra en el Alto Bío.Bío, (que abarcó aproximadamente, desde los ángeles hasta el rio Mitrauquen), a don Francisco Segundo Puelma Castillo y su esposa Elisa Tupper y Zegers, quienes a su muerte heredaron dichas tierras a sus 8 hijos, formándose así la Sociedad Puelma Tupper Ltda. Y consecutivamente los fundos: Rahue, Chilpaco, Ránquil, Lolco, Villucura, Huallalí entre otros. Bajo la Ley de propiedad Austral, año 1929 promulgada por el entonces presidente Carlos Ibáñez, se procede a entregar el dominio de estas tierras fiscales a los hacendados del lugar, y se ordena que una parte de esas tierras debía pasar a manos de inquilinos y trabajadores. En 1931, ya con Arturo Alessandri a cargo del país, la Ley de propiedad Austral es derogada, dejando sin efecto los beneficios otorgados a los campesinos, y solo se le reconocen los títulos de dominio a los hacendados y pulperos de la región. En tanto, el mundo no acaba de sobreponerse a la devastadora crisis del 29, cuyos coletazos acorralaron aún más a los obreros del alto Bío-Bío, quienes comenzaron rápidamente a organizarse en un Sindicato agrario, que sería finalmente el origen de este gran levantamiento.
Como ya adelantamos, varios historiadores han dicho que este fue un levantamiento indígena, pero este fue un auténtico levantamiento obrero, iniciado por campesinos, quienes aprovechando la presencia de muchos trabajadores en el sector, a propósito de la construcción del túnel las Raíces, se armaron de valor para llevar a cabo una inédita revolución, a cargo de Juan Segundo Leiva Tapia, profesor, abogado y militante del partido comunista (PC), muchos dicen incluso, que este no iba a ser un levantamiento único, sino que formaba parte de un plan mayor, posiblemente relacionado con el congreso sindical latinoamericano de 1929, celebrado en Montevideo y que recogía las máximas de la internacional comunista. El día 23 de junio, durante el desarrollo de una reunión de este sindicato obrero, que pretendía elegir un directorio para el mismo, Leiva Tapia alentó a centenares de campesinos, obreros y colonos, los que armados de palos y piedras, iniciaron el asalto a los fundos de Ránquil, Nitrito y Rahue, esta información también resulta relevante, puesto que desmiente la que es quizás la imagen más icónica, aquella en donde se ve hombres premunidos de armas largas apuntando hacia el cielo. Del enfrentamiento con los dueños de fundos y sus fieles servidores, resultaron varios muertos y numerosos heridos, además de la recuperación de diversas especies de las pulperías asaltadas.
Las formas de lucha que utilizaron eran propias de los montoneros de regiones fronterizas, en apariencia desordenadas, pero detrás de las acciones había un calculado plan dirigido a crear la máxima conmoción con un mínimo de víctimas. Se difundieron rumores que estremecían de terror a sus enemigos, cuestión que se evidencia en las notas de prensa de la época. Esta estrategia buscaba impedir que los enemigos evaluaran el estado de las fuerzas combatientes para que no lograran penetrar los círculos de resistencia. Asaltaron las pulperías, que era un vil sistema utilizado para estrujar hasta el último centavo de las masas, mientras avanzaban, iban liberando territorio e impulsando a los inquilinos de fundos vecinos a la sublevación, atacaron un retén de la policía, y su despliegue fue tan enorme, que sobrepasaron a las fuerzas policiales locales, y motivaron la violenta represión posterior, donde el número de muertos a manos de las policías chilenas aún no está absolutamente determinado.
El 3 de julio de 1934 se inicia una investigación en contra de los detenidos, entre ellos: Leiva Tapia, Máximo Alarcón (quien era miembro de la Federación Obrera de Chile (FOCH), organismo clasista de los trabajadores dirigido por el PC), Simón y Benito Sagredo, Juan Domingo Lagos, Onofre Ortíz Escobar y Luis Ismael Cartes, quienes eran jefes de las cuadrillas, además de otras personas, aproximadamente 60 entre hombres y un par de mujeres. Ninguno fue condenado por los delitos que se les habían imputado, ya que les fue aplicada la ley de amnistía N°5483, que otorgaba amnistía general a todos los autores, cómplices y encubridores de delitos contra la seguridad interior del Estado, y aquellos delitos contemplados en el decreto N°50 del año 1932. Dicha Ley fue promulgada con ocasión de la sublevación de la Escuadra de Chile, a través de un motín iniciado por el conjunto de marinería de la Armada de Chile en 1931. Una vez instaurada la república Socialista de Chile se dicta esta ley, con la finalidad de amnistiar a los marineros que habían propiciado el golpe de Estado. El entonces joven abogado, don Federico Klein, miembro fundador del Partido Socialista chileno, viajó recién titulado, con 21 años, a la ciudad de victoria para asumir la defensa de los combatientes de Ránquil, y hábilmente hizo aplicar, al tenor de la ley, una amnistía general para todos los partícipes, ya que estos en sus declaraciones, afirmaron que lo suyo no eran delitos comunes, sino, una revuelta popular, cuyo objetivo era tomar el control del país e instaurar un régimen de gobierno comunista, el Tribunal a cargo consideró que estos hechos eran constitutivos de delitos contra la seguridad interior del Estado, por lo que no quedó más opción que acceder a la solicitud de la defensa, pese a este desenlace, muchos de ellos fueron asesinados y perseguidos después, algunos se exiliaron a la argentina, otros se resguardaron entre los cerros nevados del alto Bio-Bio, pero sin duda que todos siguen vivos en la memoria colectiva del lugar.
Sobre los por menores de nuestros héroes populares, vale la pena mencionar que muchos de ellos no sabían leer, y que una de las principales labores que realizó Juan Leiva Tapia fue precisamente otorgar herramientas de alfabetización a campesinos de la zona, entre los relatos de las familias que todavía habitan en el sector, abundan los recuerdos contados por los abuelos, que muestras como estos hombres se reunían a leer el manifiesto, y a escuchar las proclamas políticas de su líder.
Dedicamos esta publicación a los héroes de Ránquil, a quienes perecieron dejando en alto el nombre de un pueblo que no se conformó con sobras, y que pagó con su propia vida el costo de la dignidad. Sean estas sentidas palabras en honor a la memoria histórica de este suelo, que tiene mucho que aprender de su pasado para envalentonar su futuro, haciendo uso de las herramientas que la historia de la patria popular, obrera y luchadora nos regala.