Durante la marcha del 1 de Mayo en Santiago y previamente en otras convocatorias estudiantiles, observamos que criminales varios, entre ellos narcotraficantes y otros andrajosos relacionados al comercio ambulante, emprendieron agresiones contra los manifestantes. A su vez, la basura reaccionaria derechista también respaldó todo ataque contra la movilización popular. En el reciente 1 de mayo, hubo heridos a bala y una periodista de medio independiente se encuentra luchando por su vida luego de recibir un impacto en la cabeza.
“Lumpen” es una palabra derivada del alemán, que significa andrajoso, -casi paria-, y hace referencia a quienes viven al margen de la sociedad, como mendigos, criminales, pandillas y drogadictos crónicos. Esto en contraposición a la clase trabajadora proletaria, que toma conciencia de su condición, y conduce la organización en pro de la liberación y la soberanía.
En sociología, el socialismo científico teorizó acertadamente que el lumpen es un grupo sin conciencia de clase ni propósito político, y por lo mismo, son serviles a las élites dominantes, haciendo de peso muerto en favor de la permanencia del sistema. Al nacer desde el núcleo de miseria y la ignorancia, son presa fácil de posiciones reaccionarias y modas impuestas por la propaganda. Esto podemos verificarlo en el fenómeno de la narcocultura, promocionada y romantizada por series de televisión, estilos musicales y marcas de ropa. El lumpen suele ser consumidor inmediato de estas corrientes, mientras actúa como un animal en pro de la supervivencia, careciendo de todo sentido de comunidad.
Por el contrario, ciertas tendencias anárquicas, progresistas y también neofascistas, dentro de su idealismo han romantizado al lumpen criminal, queriendo ver en los delincuentes marginales un supuesto sujeto revolucionario útil para la lucha política. No es raro que existan por ejemplo inmigrantes pobres y desclasados que condenen el socialismo, la revuelta popular, y se unan al estiércol reaccionario en pro de la defensa del sistema liberal-capitalista.
Durante el estallido social no faltaron quienes creyeron que los narcotraficantes respaldarían la revuelta, pero sin embargo nada de eso ocurrió. Sujetos como el narco, necesitan de un hábitat de miseria, consumo y modas, como aquel que origina el capitalismo para mantener su negocio, así como también la lacra reaccionaria derechista desclasada necesita de la ignorancia absoluta para promover su servilismo rastrero.
En este marco de realidad, el clásico dicho de “solo el pueblo salva al pueblo”, retoma su significado y la comunidad popular debe emprender organización directa y estrategias de autodefensa contra sus enemigos de calle (lumpen criminal, basura reaccionaria, desclasados varios, etc). No hay que temer en ejercer la sagrada violencia revolucionaria contra los enemigos del pueblo.