En los últimos días ha sido notoria la cobertura que los medios de comunicación chilenos han dedicado al acontecer en el Este de Ucrania, pero lo que más impresiona es la parcialización y sesgo en que se muestra el conflicto. Casi todos los mensajes que vemos en la televisión son de “solidaridad con Ucrania”, y donde se aplaude el supuesto “patriotismo de los ucranianos”. Estos mensajes provienen de la narrativa generalizada en la prensa “occidental” en la que Ucrania es un “pequeño país enfrentado a la gran potencia belicista de Rusia”, una especie de David vs Goliat del siglo XXI. No es de extrañarnos que en las redes sociales esto tenga su eco en las masas de narcisistas que buscan promocionarse como seres virtuosos y moralmente superiores, de ahí que abunden las “fotos de perfil” con la banderita del Estado ucraniano.
El pensador argentino José Pablo Feinmann habló en uno de sus programas de la serie “Filosofía Aquí y Ahora” respecto a la creación del llamado “sentido común” mediático. A grandes rasgos, este “sentido común” es una suerte de opinión generalizada que los consumidores aceptan sin mayor cuestionamiento. Así se genera toda una masa de personas que no son capaces de pensar por si solos, sino que dejan que otros piensen por ellos y se limitan a repetir los discursos prefabricados que escuchan en la televisión o leen por internet.
En términos de la filosofía de Martin Heidegger, esta masa de personas vive en el plano del “se-dice” o “dasman”, en otras palabras, en la existencia inauténtica. Se entregan a las habladurías, a la novedad y la chismología de turno, incapaces de optar por un pensamiento crítico, incapaces de decir: “no, yo no me lo creo”, “yo no acepto eso que me están contando”. Por el contrario, el Dasein, el ser humano que asume la autenticidad de su existencia, jamás permitiría que otros le impongan ese llamado “sentido común”, lo desprecia, se burla de esas simplicidades. El Ser auténtico elige pensar y llegar a conclusiones (sean correctas o no) basadas en sus propias indagaciones, no porque sea la opinión de la mayoría, ni tampoco por una mera oposición azarosa.
En ese mismo sentido, el Círculo Patriótico Chile se ha pronunciado en favor de la acción militar rusa en el territorio ucraniano, en defensa de los pueblos del Donbass y como una forma legítima de frenar el inminente avance del expansionismo atlantista que de haber concretado su presencia definitiva en Ucrania, habría sido una daga en apuntando a la garganta de Rusia, incluso a riesgo de generarse un conflicto mucho mayor en escala y en consecuencias. Hemos publicado un comunicado al respecto y también transmitido un Conversatorio Online dando las explicaciones, el contexto y reafirmando nuestras posturas, todo disponible en nuestras páginas y redes para que el lector pueda acceder a ellas.
Regresando al tema de los medios de comunicación, estos han demostrado seguir siendo vehículos de una prensa que opera como una maquinaria de mentiras e hipocresía. Hace días veíamos a Daniel Matamala haciendo condena pública de supuestos “regímenes dictatoriales” en Venezuela, Cuba, China, etc. Hoy lo hemos visto normalizando e incluso casi romantizando a los mercenarios del Batallón Azov, de ideología abiertamente neonazi, entrenando civiles en el uso de armas. Y así, una seguidilla de hipocresías. ¿Dónde estaban esos mismos medios de comunicación cuando el ejército ucraniano mataba sin piedad a miles de civiles rusos en los bombardeos contra el Donbass? ¿Dónde está esa prensa tan “humanitaria” para cubrir los cientos de crímenes de guerra que el “Estado de Israel” comete diariamente contra la población palestina en los territorios ocupados? Al parecer en la narrativa de la globalización unipolar, solo a los rusos les toca el papel de “villanos de la película”, cual libreto de la saga de James Bond.