Vivimos tiempos convulsos. Las transformaciones iniciadas con el Estallido Social de 2019 se han hecho sentir con fuerza en el escenario político actual: la notoria polarización entre una centro-izquierda que intenta capitalizar con el espíritu de la revuelta y una derecha cada vez más atrincherada en statu quo y decidida a hacer cualquier cosa para defenderlo. Pero a pesar de esto, se ha dado espacio para la aparición de fenómenos que intentan escapar a esta lógica.
Uno de los hechos más interesantes de la jornada corresponde a la candidatura del economista Franco Parisi, quien alcanzó el tercer lugar en la carrera presidencial (superando por un estrecho margen a los candidatos de los dos bloques históricos de derecha y centro-izquierda: Sebastián Sichel y Yasna Provoste), a pesar de no haber hecho campaña de manera convencional, a pesar de no encontrarse actualmente en el territorio nacional y a pesar de las múltiples acusaciones que rodean a su persona (como el no pago de la pensión alimenticia de sus hijos o la demanda de acoso sexual en su contra). A este éxito también hay que sumarle la entrada de su partido político (el Partido de la Gente) al Congreso y a los Gobiernos Regionales con 6 Diputados y 22 Consejeros Regionales, respectivamente. Cabe preguntarnos por el “¿Cómo?” y el “¿Por qué?” del éxito de estas candidaturas.
Creo que el factor gravitante a considerar es la animadversión generalizada contra la política tradicional. Antes de entrar en materia, es necesario incluir en el análisis al pacto electoral “Independientes Unidos” conformado por “Centro Unido” (el partido del “Dr. File”) y el Partido Nacional Ciudadano (escisión de Renovación Nacional). Si bien los resultados de esta coalición fueron mucho más modestos que los del PdG (logrando obtener solo un diputado), el discurso respecto a la política tradicional es prácticamente el mismo.
La postura hostil hacia la política tradicional no es algo nuevo, pero ha cobrado fuerza en tiempos recientes. El hito fundacional de esta tendencia fueron las elecciones municipales de 2016. Si bien los candidatos “independientes fuera de pacto” venían ganando terreno desde 2004 [1], fue en 2016 que se vivió un primer quiebre efectivo en la hegemonía del denominado “Duopolio” conformado por la Concertación y la Alianza. Los rostros visibles de la victoria de los independientes fueron el abogado y dirigente estudiantil Jorge Sharp, quien se alzó como Alcalde de Valparaíso y el antiguo cantante René de la Vega, quien fue electo Alcalde de Conchalí.
Lamentablemente, esta tendencia no se ha visto replicada en las elecciones presidenciales y parlamentarias. Si bien, desde el “Retorno a la Democracia” siempre han existido candidatos independientes, críticos con el establishment del duopolio [2], al no hallar un respaldo fuerte, terminaban alineándose con la Concertación/Nueva Mayoría o con la Alianza por Chile/Chile Vamos.
Pero la desafección respecto de la política tradicional es notoria en otro factor: la abstención sostenida y creciente. Como nos explica la socióloga Rossana Castigloni:
Probablemente donde la pérdida de legitimidad se ha materializado de manera más clara es en la caída de los niveles de participación electoral en Chile. La primera elección presidencial después del quiebre democrático, celebrada en 1989, alcanzó un nivel de participación de casi 90%. Desde entonces, la participación electoral se ha desplomado. En efecto, si se consideran los 25 años que precedieron a la elección por segunda vez de Michelle Bachelet, es posible constatar que Chile experimentó un descenso de 35% de la participación electoral. Este declive es impactante, incluso a escala global. (2019, pág. 12)
Como vemos, las fuerzas críticas y que intentan alejarse de la política tradicional, al competir en instancias de mayor alcance, no han logrado grandes resultados. Pero esta tendencia llega a un alto tras el Estallido Social de 2019 y con su principal consecuencia: la Convención Constitucional.
En su artículo de opinión “De la desafección al Estallido Social” el sociólogo Eduardo Alvarado Espina desarrolla la hipótesis de que el Estallido Social del 2019 es producto de una sostenida tendencia de desafección por parte de las chilenas y los chilenos respecto del Sistema Político en general:
Todos los indicadores veían apuntando a que chilenos y chilenas mantenían una posición de rechazo al sistema político y a sus élites; muy alejados de un comportamiento proclive a la participación democrática. No obstante, este malestar estructural tuvo una vía de escape tras el 18 de Octubre, gracias a la creatividad y organización desde la identidad como pueblo y una acción política no tradicional que dan sustento a un inédito proceso constituyente. (Alvarado Espina, 2020)
Ciertamente, la Convención Constitucional viene cubrir una demanda popular, de larga data y sumamente importante que es la derogación de la Constitución Política de 1980, impuesta de manera ilegítima por la Dictadura Militar y que cuya vigencia impide una serie de reformas fundamentales para lograr una sociedad más justa. Y la correspondiente elección de los convencionales, eco directo del Estallido Social y la desafección contra la política tradicional, nos obsequió un panorama interesante: La amplia victoria de candidatos ajenos a las coaliciones tradicionales del espectro político chileno [3].
Fueron dos las coaliciones electorales que capitalizaron con el discurso independiente y alejado de los partidos políticos tradicionales. La principal y la más importante fue la “Lista del Pueblo”, que logró el tercer lugar en las elecciones constituyentes y cuyo fin era formar una plataforma única de candidatos independientes “(…) para crear lazos y presionar al gobierno y al sistema político para que dejen de privilegiar a los partidos, que han decidido por el Pueblo y contra el Pueblo, y nosotres, los y las independientes escribamos la Constitución”. La segunda fueron los “Independientes No Neutrales”, lista conformada por civiles ilustres (como Benito Baranda y Patricia Politzer) en calidad de independientes. A estas listas, hay que sumarles el buen desempeño que tuvieron los candidatos “independientes fuera de pacto”, provenientes principalmente desde el mundo de los “Movimientos Sociales”. Si bien, al día de hoy, la “Lista del Pueblo” prácticamente desapareció, su rápido ascenso fue la mayor muestra del rechazo que poseen amplios sectores de la población respecto de la política institucional.
Todo lo anterior nos sirve como precedente para entender de donde proviene este éxito de los políticos “anti-politicos”.
Ahora bien ¿Cuánto de esto hay en los actores políticos que irrumpieron en esta última elección? Para esto revisaremos los principios sobre los que se fundan dichos partidos.
El Partido de la Gente se define como “(…) organización política independiente y orientada a promover, defender la democracia y los derechos humanos en todos los ámbitos de la sociedad” y que “(…) se organiza de manera democrática, fomenta el debate y la participación abierta, respetuosa y directa de todos sus miembros en la toma de decisiones de la organización y para la transparencia de los procesos”. Esto no nos dice mucho e incluso suena como debiese ser el ideal de los partidos políticos, pero es en el programa presidencial de Franco Parisi donde se encuentra un análisis mucho más crítico Sistema Político actual:
La cuestión del poder político pasó a ser entonces la idea central y básica de todas estas ideologías tradicionales, por lo tanto, de todos estos partidos políticos tradicionales, ya que tienen muy claro que solo de esa manera podrán lograr el objetivo final, cual es el imponer su visión de mundo sesgada y oportunista por sobre el resto y para obtener este fin no escatimaron en métodos ni medios, incorporando a esto otro primordial factor: el dinero.
Demás está decir que el poder político actual y los grupos económicos aportantes están íntimamente ligados, no estando suficientemente claro cual depende del otro. Lo que si salta a la vista a esta altura del análisis es que la problemática social, aquella que cobija el bien común que todos esperan, va quedando cada vez más abajo en la lista de prioridades que este poder político y económico comparten. Es allí en donde nuestra democracia comenzó a tambalear. (El Poder de la Gente, 2021, pág. 12)
Como podemos apreciar, la crítica que se desprende del ideario del PdG contra la política tradicional es la desconexión con la gente idealmente representada en pos del poder político y económico, así como también de las ideologías divisivas.
Por otro lado, las fuerzas que componen el pacto “Independientes Unidos” tienen un discurso similar. Para el caso de Centro Unido declara ser un tercer referente alejado de izquierdas y derechas y que: “(…) entiende que las ideologías de derechas e izquierdas se han desgastado, perdido la confianza de la ciudadanía y que ya no son una alternativa valórica para los requerimientos de gobierno en el siglo XXI” (2021, pág. 2) [4].
Por su parte, el Partido Nacional Ciudadano declara que su “(…) objetivo principal es poder devolver la política nuevamente a la gente donde se tomen en cuenta a las bases, y exista un permanente acercamiento con la ciudadanía para estar atentos a sus problemáticas” y añaden que “no somos ni queremos ser de izquierda ni de derecha. Queremos que las cosas se hagan bien y lo más económicas posible” (Nosotros, 2021).
Como vemos, en los principios fundantes de todas estas novedosas fuerzas políticas podemos encontrar críticas de fondo con respecto al Sistema Político Chileno (principalmente a los partidos y las ideologías) que aparece representado como lejano a la ciudadanía y centrado en intereses mezquinos y egoístas. Ciertamente, este tipo de críticas están muy presentes en el imaginario colectivo de las chilenas y chilenos al momento de opinar sobre política.
Conclusiones:
En tiempos recientes, el fenómeno de la “anti-política” ha logrado incorporarse a los espacios políticos institucionales (primero en municipios, luego en la Convención Constitucional y ahora en el Congreso y en los Gobiernos Regionales). El fenómeno emana de las legítimas inquietudes que tiene buena parte de la Sociedad Civil respecto de sus representantes electos, pero también es cierto que el fenómeno puede derivar en situaciones sumamente nocivas para la sociedad, más allá de los alarmismos liberales, tan frecuentes en los actuales tiempos del Populismo [5].
Hay que tener bien en claro, que el fenómeno no es nada nuevo. Como indica el director de la ONG “Momento Constituyente” Rodrigo Mayorga:
Chile posee también su tradición de antipolítica. Ella permitió al ex dictador Carlos Ibáñez Del Campo llegar a ser electo presidente de Chile en 1952 –con su escoba con la que barrería a “los políticos”– y fue pilar central de la dictadura militar de Augusto Pinochet, además de reforzada por el modelo neoliberal que esta implementó. (Los peligros de la antipolítica, 2021)
Detenida atención merece la estrecha relación entre la imposición y desarrollo del neoliberalismo con la crisis de legitimidad que posee el Sistema Político Chileno. Evidentemente, la irrupción de la “anti-política” responde a lo que el sociólogo Manuel Antonio Garretón describe como el “(…) creciente distanciamiento de la sociedad respecto de la política y las instituciones, porque estas están de algún modo contaminadas o secuestradas por los principios del modelo, más allá de las buenas voluntades que puedan tener sus titulares” (2016, pág. 14).
La forma más directa y certera de enfrentar este fenómeno es despojando a la “política” de la imagen meramente institucional. Como ya nos advertía Mayorga, hay que: “Entender nuestro rol político como ciudadanas y ciudadanos implica dejar de limitarlo a un voto o una firma: supone organizar campañas, hacer trabajo territorial, participar en organizaciones ciudadanas y levantar proyectos colectivos”.
La “anti-política” nace como un fenómeno totalmente comprensible, pero si se le analiza bien cae en una contradicción primordial. Ciertamente los adherentes de Franco Parisi o de Dr. File corresponden a gente disconforme con el estado actual del Sistema Político (sentimiento probablemente compartido por varios de nosotros) pero lo que logró que Parisi llegara a un tercer lugar o que ambas fuerzas (PdG e IU) lograran alcanzar puestos para disputar al establishment, fue generar redes de contactos, fue el volanteo, fue la recolección de firmas, fueron las caravanas, fue “hacer política”.
La “anti-política” surge de una crítica valida, pero su concepción de lo que critica (la “política”) es errada. Y es eso lo que debemos dejar en claro.
NOTAS
[1] Como detalló una nota del noticiero 24 Horas, en el 2004, los ediles independientes eran 32 (un 11% de los votos), en 2008 aumentaron a 38 alcaldes (15,7%), en 2012 subieron a 41 alcaldías (16,5%) y finalmente en 2016 los independientes ganaron 52 alcaldías (17,36%). Tras las elecciones municipales de este año, son 106 los alcaldes independientes (un 28,58% de los votos), superando en número incluso a los alcaldes pertenecientes a Chile Vamos (88 alcaldes).
[2] Ejemplos de esto serían las candidaturas presidenciales de José Piñera en 1993, Marco Enríquez-Ominami en 2009, Franco Parisi en 2013 o José Antonio Kast en 2019 o la llegada al congreso por parte de Gabriel Boric y Giorgio Jackson en 2013.
[3] La difunta “Lista del Pueblo” obtuvo 26 escaños, “Independientes No Neutrales” obtuvo 11 escaños al igual que los candidatos independientes fuera de pacto. La suma de todas estas fuerzas nos da un total de 48 escaños y un 45,5% de los votos válidos.
[4] Cabe destacar que, debido a las ideas propias del ideólogo y líder de Centro Unido, el Dr. Cristian Contreras Radovic o Dr. File, su crítica a la política tradicional adquiere un cariz más “ético” y “filosófico”, a diferencia de la crítica de carácter político que hace el PdG.
[5] Es interesante resaltar la similitud de la actual “anti-política” con respecto del pensamiento de cierto personaje non-grato para la historia reciente del país. Para muestra una cita: “Difícilmente puede considerarse como participación popular la concurrencia a masivas manifestaciones públicas. Eso constituye el circo que anima al sistema con que se anima al sistema. Y permite a la masa desahogar frustraciones y tensiones, logrando la falsa impresión de que participa en la alta política” (Pinochet, 1986, pág. 20).
Bibliografía:
24 Horas. (24 de Octubre de 2016). Alcaldes independientes: Un fenómeno en alza. Obtenido de 24 Horas: https://www.24horas.cl/municipales-2016/alcaldes-independientes-un-fenomeno-en-alza-2171364
Alvarado Espina, E. (14 de Octubre de 2020). De la desafección al Estallido Social. Obtenido de CIPER Centro de Investigación Periodística: https://www.ciperchile.cl/2020/10/14/de-la-desafeccion-al-estallido-social/
Castiglioni, R. (Noviembre-Diciembre de 2019). ¿El ocaso del «modelo chileno»? Nueva Sociedad(284), 4-14. Obtenido de Nueva Sociedad: https://static.nuso.org/media/articles/downloads/COY1_Castiglioni_284.pdf
Contreras Radovic, C., Soto Godoy, E., & Villegas Vásquez, L. (26 de Junio de 2021). Estatutos del Partido. Obtenido de Centro Unido: https://www.centro-unido.cl/wp-content/uploads/2021/08/ESTATUTO-FINALES-26.06.2021.pdf
Garretón, M. A. (2016). La gran ruptura: Institucionalidad política y actores sociales en el Chile del siglo XXI. Santiago de Chile: Lom Ediciones.
La Lista del Pueblo. (2021). Somos la lista del Pueblo. Obtenido de La Lista del Pueblo: https://www.lalistadelpueblo.cl/somos/
Mayorga, R. (12 de Enero de 2021). Los peligros de la antipolítica. Obtenido de La Tercera: https://www.latercera.com/opinion/noticia/los-peligros-de-la-antipolitica/MWWUGIIXONF7DENKBXIQ2SGMQY/
Partido de la Gente. (2021). El Poder de la Gente. Obtenido de SERVEL Elecciones Generales 2021: https://presidenciales2021.servel.cl/wp-content/uploads/2021/09/PROGRAMA-FRANCO-PARISI-FERNANDEZ.pdf
Partido de la Gente. (2021). Principios. Obtenido de Partido de la Gente: https://pdgchile.cl/principios/
Partido Nacional Ciudadano. (2021). Nosotros. Obtenido de Partido Nacional Ciudadano: https://partidonacionalciudadano.cl/nosotros/
Pinochet, A. (1986). Política, Politiquería y Demagogia. Diario La Nación.