Los resultados electorales de hoy no deben observarse desde el derrotismo lastimero, ni desde el alarmismo sentimental, sino desde el análisis político y social de la realidad. Ya existen quienes se golpean el pecho y se arrodillan aterrados porque “Chile se pudrió”, ante un terreno que disputan Boric y Kast. Chile ha experimentado múltiples crisis en su historia, y la que nos toca vivir ahora, recién comienza. Nuestro deber es comprender los acontecimientos con todas sus aristas para elaborar planes de acción concretos.
Era esperable el ventajoso resultado de Kast. En un ambiente de crisis, el discurso del orden y seguridad tranquiliza a muchos, junto a toda la posverdad relacionada a las conspiraciones, chilezuela, y demáses. El miedo y la ignorancia crean el terreno propicio para el triunfo de la infamia. Décadas de cultura neoliberal no se destruyen fácilmente. Ni siquiera el gran estallido social de 2019, resultó ser una especie de “fin de la historia”, pues representa una mera fase del desarrollo histórico en proceso. No se trata de un triunfo ni una derrota. Este desarrollo histórico inconcluso, está por sobre las elecciones, pues radica en las bases sociales, y se compone de ingredientes como la soberanía popular, los modos de producción, las diferencias abismales entre clases dentro de un mismo país, la hegemonía cultural, etc. Recordemos que en paralelo a las elecciones, se arma un proceso constituyente.
Vimos también en estas elecciones, la derrota de los centrismos políticos (representados por Sichel y Provoste), y el auge de los discursos más radicales y articulados desde la consigna simple, pero potente (Parisi). Ante este panorama, la existencia de una “izquierda” burguesa liberal representada en esencia por el Frente Amplio, cuestionada, débil y con casos de corrupción sobre los hombros, vista como un “mal menor”. Esta izquierda liberal es incapaz de comprender la realidad, y sólo retroalimenta al sector reaccionario. Hay quienes votan por Boric, para que no salga Kast.
Por otra parte, nuestro sector patriótico, popular y desarrollista solo es capaz de movilizar a un uno y tanto por ciento del electorado, y debemos hacernos cargo de esa realidad para poder trazar las estrategias reales y eficientes. En esta batalla falta mucho desarrollo, y la crisis no ha alcanzado la profundidad del pozo. Hay que replantearse por ejemplo, la estrategia en la batalla del mundo de los mass media, la disputa de la hegemonía y la elaboración de respuestas fundamentadas para las problemáticas del país. La continuidad del neoliberalismo, solo incrementará la miseria, la usura nacional e internacional de las riquezas del país, la explotación de los trabajadores y el fomento de la irracional y fratricida cultura de la competencia, el exitismo ilusorio y el individualismo, además de la permanencia de la oligarquía política y económica. Aquel parámetro, solo traerá como respuesta la existencia de más estallidos sociales e incremento de la organización popular. Esos son los escenarios que se deben prever.