Para ser más específicos, vale decir que si la geopolítica incluye el plano territorial terrestre, marítimo y aeroespacial, también se proyecta hacia el mundo cibernético.
El profesor Leonid Savin del Instituto de Economía y Legislación en Rusia, nos define la cibergeopolítica como:
"la disciplina científica que estudia lo que pasa con una interfaz hombre - máquina en el contexto de la política y la geografía, incluyendo, pero no limitándose, a la interacción en las redes sociales, el espacio virtual y la diplomacia web 2.0" (Savin, 2015, p. 140).
También como: "la actividad corriente que afecta e incluye los principios de relación retroactiva en los sectores sociales, políticos y militares, y donde el imperativo es el establecimiento y la propagación del poder, aunque sea en la forma más sofisticada" (ibídem).
En ese sentido, y tomando en cuenta la segunda acepción que nos señala Savin, en la geopolítica más amplia, uno de los principales objetivos de las potencias, es la conservación y la extensión del poder. Yéndonos al campo del ciberespacio, este no es de ningún modo un territorio neutral, ya que los conflictos y luchas entre Estados se proyectan también en este campo. No sólo en lo que respecta al poder de propaganda e información, los distintos países compiten por conquistar las redes informáticas, sino también en el ámbito económico, militar, estratégico, de telecomunicaciones, todo ello está vinculado y depende del ciberespacio y de la cibergeopolítica. Tanto grupos terroristas, como agencias de inteligencia, operan ampliamente en las redes virtuales y no es menor el hecho que han aumentado la actividad de hackers y la llamada cultura geek.
Por otro lado, una serie de países que coinciden con el eje de resistencia por un mundo multipolar, plantean que el espacio soberano de sus respectivos Estados, se haga extensible al ciberespacio: así como existen el espacio marítimo y el espacio aéreo de un país, también debería existir un espacio cibernético soberano.
Tanto China, como Irán y Rusia, han aplicado medidas orientadas hacia este fin, lo que suele ser criticado y denunciado por las potencias atlantistas y defensoras del orden unipolar bajo Estados Unidos de América, las cuales de forma oportunista arguyen a favor del "Internet libre", como si el ciberespacio fuese un lugar neutral, una suerte de Terra Nullius, cuando en realidad no lo es, toda vez que la hegemonía norteamericana en la red virtual es evidente, e involucra un poderoso territorio de propaganda y difusión.
En la actualidad se hace indispensable que la soberanía del ciberespacio quede en manos de los pueblos que resisten al mundo unipolar disputando el monopolio informático que hoy ostenta el imperialismo estadounidense. Resulta incluso una necesidad y deber revolucionario, tener conocimiento de las tecnologías cibernéticas, tanto para medidas de protección y como artillería para el combate de nuestros tiempos.