Salud física como Cultura Revolucionaria

La salud física comprende un bienestar total del organismo (incluyendo la salud mental), permitiendo el perfecto desenvolvimiento del cuerpo en la vida cotidiana, garantizada principalmente por buena alimentación y ejercicio constante. La preparación física es tan fundamental como la preparación intelectual; dos armas complementarias en la terrible lucha que llevamos a cabo; la de los pueblos libres contra el imperialismo más poderoso que ha conocido la humanidad: la globalización capitalista expansiva.

La cultura contemporánea ha generado una vida sedentaria, de entretenimiento cómodo, con jornadas laborales y sistemas de estudios que conllevan a ingerir comidas a deshoras o desmedidamente, muchas de ellas chatarra, con nulo aporte nutricional. Sumémosle el consumo excesivo de drogas o elementos dañinos que no contribuyen al fortalecimiento del organismo, sino por el contrario, lo debilitan, así como también la escasa cultura general nutricional existente.

Alguien que se considera disidente del sistema o un revolucionario, sabe el principio: “Si soy fuerte, más fuerte será la causa común”, siendo que fuerza significa resistencia y potencia de impulso. En ese sentido; la salud física es el punto de partida, puesto que incluso el poderoso órgano del cerebro necesita de nutrientes y actividad perseverante para trabajar en buenas condiciones, almacenando información, desarrollando las armas argumentativas-lógicas que actúan como cuchillos y bombas sobre los disparates del enemigo. Por cierto, cuando hablamos de la fuerza física, no nos referimos a cuestiones meramente estéticas o propias de la publicidad del “fitness”, sino de la funcionalidad utilitaria del sujeto para la revolución. La primera tiene como núcleo el hedonismo, mientras que la segunda, el sacrificio anti-individualista y la actitud revolucionaria.

La salud física tiene dos dimensiones: primeramente la etapa por la conquista del poder, todo revolucionario debe estar en las mejores condiciones posibles, pues el cuerpo es el único medio de expresión que tenemos sobre la realidad, y es la realidad aquella que pretendemos transformar. Carlos Marighella por ejemplo escribió sobre las aptitudes físicas de un guerrillero urbano:

“(…) el guerrillero urbano tiene que aprender y practicar varios tipos de pelea, de ataque, y de defensa personal. Otras formas útiles de preparación física son caminatas, acampar, y practicar supervivencia en los bosques, escalar montañas, remar, nadar, bucear, entrenamiento de hombre rana, pescar, arponear, y cazar pájaros, y animales grandes y pequeños”. El enemigo es implacable y jamás estará dispuesto a renunciar a sus privilegios por las buenas, estará presto a matar. Por tanto, un patriota popular revolucionario, debe estar en las mejores condiciones físicas, incluyendo la preparación intelectual, para hacer frente a cualquier adversidad, y por cierto, alcanzar la victoria dentro de la campaña colectiva. La victoria jamás se conquistará por la mera fantasía de soñarla.

La segunda etapa sería posterior a la conquista del poder, ya que un pueblo fuerte es difícil de ser sometido, la buena salud física cultural es expresión de la voluntad colectiva de vivir; propia de una sociedad patriótica civilizatoria, salvaguarda de una vida en plenitud. Para estos efectos, la reconstrucción y fortalecimiento del tejido social debe propender dentro de las esferas educativas y programas estatales, la cultura popular, por medio de instituciones, y por todas las vías, la garantización de una salud física óptima como derecho fundamental y deber.