Kiltrismo

Ago 17, 2020
Kiltrismo; La palabra “kiltro” o “quiltro” (posiblemente originaria del mapudugun), es utilizada en Chile para referirse a los perros sin linaje ni raza conocida, abarcando a su vez un significado histórico-social y de identidad mucho más profundo, extendido a la realidad de la comunidad popular, fraguada por una histórica transculturización.

  Durante el Estallido Social de Octubre de 2019, se exaltó la figura del Perro negro matapacos, como símbolo emblemático de la revolución. Se tomaron elementos reciclados de la cultura globalizada, como caricaturas (Gokú, Spiderman o Pikachú), marchando junto a personajes típicos de Chile, como Papelucho, los jugadores de Barrabases y Condorito, portando banderas tricolor, negras y mapuche, en una fuerza numerosa ante la crisis de legitimidad y de representatividad (factores que predicen la fase terminal de un sistema), descartando el peticionismo, optando por la Acción Directa en calles (organización comunitaria externa a toda directriz del Estado), manifestando no solo descontento contra el gobierno, sino contra el modelo, exigiendo su derecho natural a ejercer la soberanía. ¿Qué significa todo este fenómeno en términos de identidad popular?

  La historia social ha estudiado a los “rotos” y “guachos”, como sujetos sociales característicos del pueblo chileno. Los rotos son pobres de origen mestizo variado, y los guachos, aquellos hijos rechazados por el padre, o con desconocimiento de la identidad del padre o la madre. El historiador Gabriel Salazar declaró, durante el Estallido Social (2019), que la Historia definitiva del pueblo chileno no se ha escrito todavía; ya que éste pueblo nació sin territorio, sin memoria, sin lenguaje propio. Los hijos del pueblo no eran sujetos de derecho, pues el derecho real español sostenía leyes para hijos reconocidos y peninsulares, descendientes de españoles, indígenas y hasta para esclavos, pero no para mestizos, ni guachos, produciendo toda una cultura transgeneracional, pisoteada, despreciada, que desconfía y rechaza la estructura occidental política y cultural (Aquellos vacíos de reconocimiento del guacho-mestizo, abarcaron desde finales del siglo XVI y hasta el siglo XX, con la dictación del Código del trabajo y la tardía eliminación del Código Civil, de las diferencias entre hijos legítimos y no reconocidos).

  El filósofo Sartre se refirió al bastardismo (existente en todo el continente), como propio de aquellos que, al desconocer su pasado, su progenitor y su historia, se ven obligados a forjar su propio porvenir. Deben construirse a sí mismos en base su realidad vivencial, peleando contra toda una serie de estigmas sociales (Como Eva Perón y su lucha contra la rancia oligarquía argentina). Nietzsche planteó que – si las cosas no tienen un sentido ni significado divino, entonces todo puede ser creado-, lo que se traduce en transformación de la realidad.

  Por el contrario; la oligarquía mercantil chilena, siempre manifestó un interés vehemente por reconocerse por medio de linajes, pedigree y misticismo de la sangre, buscando asemejarse a la nobleza europea o al anglosajón gringo. La historia de la “clase patricia” chilena, es radicalmente opuesta a la clase popular, explayándose aquello en una contradicción que solo puede resolverse por medio del conflicto, como si hubiesen dos tipos de chilenos; los privilegiados por un lado, y los despojados de su propia historia y hasta de la vida por el otro. El cura obrero Mariano Puga dijo sobre el estallido: “el pueblo tiene derecho a destruirlo todo, porque todo le han destruido”.

  Existe una curiosa burla popular dirigida a personajes de clase social acaudalada, que dice que los “cuicos” son hijos de primos (costumbre oligarca oscurantista de casarse entre familiares, para no disminuir el patrimonio o conservar linajes), haciendo alusión a una escasa inteligencia o deformidades físicas (como los decadentes reyes españoles, evidentemente afectados por la endogamia). Los perros con “pedigree”, también sufren de una serie de problemas congénitos; oculares, musculoesqueléticos, tumorales, diferentes tipos de cáncer y respiratorios, entre otros, en comparación con la resistencia, adaptabilidad y viveza de los kiltros. La naturaleza parece no tener misericordia con lo pétreo; el agua estancada se pudre, en contraposición al movimiento, que posibilita la vida.

  Lenin se refirió a la Tradición Revolucionaria de los pueblos, y el nuestro la tiene. Ya mencionamos, que este pueblo nacido en el curso ingrato de la historia, y obligado a construirse de la nada, desde la contradicción con las clases dominantes y su sangre rota, originando una resistencia, que rompe con aquella ilusión de sumisión con la que se pretende caracterizarlo. Surgen los bandidos populares, los mestizos revolucionarios como Alejo, los campesinos alzados que asaltan la hacienda. Instinto de subversión, que se agudiza, y busca ser aplastado por los poderes de la oligarquía. Durante la historia de Chile han ocurrido más de 23 masacres propiciadas por el Estado de Chile contra el pueblo, lo que demuestra la existencia de dos fuerzas contrapuestas (oligarquía y pueblo).

  El Estallido social fue solo un pequeño destello del rayo, un grito de guerra rompiendo la ilusión del silencio. El pueblo de Chile, el proletario, aún no ha exhibido su verdadero descontento, ni desatado su potencial tradición revolucionaria (articulada), con la que, este pueblo desarrolla la praxis. El pueblo ahora es más fuerte y furioso; cesantes ilustrados, deudores, mujeres empoderadas, artistas callejeros, estudiantes, pensionados, pobladores, se movilizan. Sólo la cohesión de la clase popular, puede culminar la patria inacabada de la que predicó Recabarren, y la emancipación con la que soñaron los próceres del continente. Es cierto que la oligarquía busca rearticularse por las vías institucionales y coloca una serie de trampas sobre los tránsitos sociales de cambio, pero no es el final, la crisis es solo un comienzo de lo venidero.

  Un lema se hizo conocido durante las protestas: “Pelea como Kiltro”